La llamada fiesta grande (Aid el Kebir) o fiesta del sacrificio (Aid El Adha) es una de las más importantes de la religión musulmana.
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Esto es lo que encontré en Catholic.net Inc., en su apartado Ecumenismo y Diálogo interreligioso |Religiones monoteístas |Islam |
Fuimos invitados por Y. y familia. Tras el mes de ramadán y el hach, una empresa ardua, un viaje al fondo de uno mismo y al comienzo de la vida, se celebra la fiesta en la que el cordero ocupa el centro de la mesa.
Limpio de todo aderezamiento ritual, la comida tuvo lugar en la casa particular de la familia, y como participantes los cuatro miembros de la familia de Y. y los cuatro cristianos invitados. "Ahora que estoy fuera de mi país, vosotros sois las personas más cercanas, por eso os invito a esta fiesta y quiero que me acompañéis a mí y a mi familia".
Una comida sobria pero suficiente: cordero, ensalada, arroz con verduras, cebolla pochada, café, flan y queso como postre.
Tras la comida, la charla: sobre este país, sobre aquel país, sobre las diferencias culturales entre Áfria y Europa, sobre atavismos inamovibles, sobre la vuelta a casa… Y revoloteando sobre todo ello un "ya no será nada igual" por boca del cabeza de familia que soporta un trabajo aquí en España que muy pocos españoles aguantarían, incluso en plena crisis, que ve las enormes diferencias entre este y aquel país suyo en infraestructuras, en andamiaje social, en expectativas de futuro para él y para sus hijos, en costumbres y usos familiares, en educación, en sanidad…
"Cuando tenga mi casa terminada os llevo a todos a pasar allí una temporada".
Termina la fiesta con un acto de piedad. Lo que ha carecido de rito, incluso de cualquier referencia religiosa en todo su desarrollo, al llegar al final se rubrica con la petición de perdón. Y. nos pide perdón por cualquier cosa que durante el año transcurrido hubiera podido ofendernos. En cuanto nos marchemos, pasará a hacer lo mismo con sus vecinos de bloque de viviendas.
Concedido el perdón solicitado, reconciliados con esta familia, también nos querríamos sentir en comunión con todo un pueblo que ama la paz y desea convivir en este suelo. Algo muy fuerte nos une, más allá de las simples apariencias: ellos hijos de Agar, nosotros de Sara; nuestro padre es Abraham. El Dios de Abraham es también nuestro Dios.
Una comida sobria pero suficiente: cordero, ensalada, arroz con verduras, cebolla pochada, café, flan y queso como postre.
Tras la comida, la charla: sobre este país, sobre aquel país, sobre las diferencias culturales entre Áfria y Europa, sobre atavismos inamovibles, sobre la vuelta a casa… Y revoloteando sobre todo ello un "ya no será nada igual" por boca del cabeza de familia que soporta un trabajo aquí en España que muy pocos españoles aguantarían, incluso en plena crisis, que ve las enormes diferencias entre este y aquel país suyo en infraestructuras, en andamiaje social, en expectativas de futuro para él y para sus hijos, en costumbres y usos familiares, en educación, en sanidad…
"Cuando tenga mi casa terminada os llevo a todos a pasar allí una temporada".
Termina la fiesta con un acto de piedad. Lo que ha carecido de rito, incluso de cualquier referencia religiosa en todo su desarrollo, al llegar al final se rubrica con la petición de perdón. Y. nos pide perdón por cualquier cosa que durante el año transcurrido hubiera podido ofendernos. En cuanto nos marchemos, pasará a hacer lo mismo con sus vecinos de bloque de viviendas.
Concedido el perdón solicitado, reconciliados con esta familia, también nos querríamos sentir en comunión con todo un pueblo que ama la paz y desea convivir en este suelo. Algo muy fuerte nos une, más allá de las simples apariencias: ellos hijos de Agar, nosotros de Sara; nuestro padre es Abraham. El Dios de Abraham es también nuestro Dios.
Yo la he vivido en Manado, Sulawesi (Indonesia). http://www.bicicleting.com/
ResponderEliminarPrecioso Míguel, todo, la explicación, la comida, el perdón, la reflexión, me gusta.
ResponderEliminarBesos
El condumio me parece exquisito. Lo genial de la diversidad cultural (religiones incluidas) entre gente de buen corazón es que este prevalece por encima de todas las estructuras espacio-temporales que las civilizaciones de todos los tiempos se han empeñado en levantar. (No es cuestión ahora de dilucidar sus razones) Parece que solo los que se elevan gracias a él (corazón, alma, espíritu, etc.) pueden compartir y departir todas sus diferencias, enriqueciendose culturalmente, porque el corazón ya es rico por el hecho de compartirlo con gentes de distintas culturas o religiones. Esta fue la base de mi lejana experiencia hace tantos años en U.S.A. pero a una edad que "marca" para el resto de la existencia. UFA.
ResponderEliminarPrecioso comentario, el cual me ha llamado la atención por su realidad.
ResponderEliminarSaludos.
Tengo entendido que hay musulmanes que se llaman cristianos porque siguen a Jesús como profeta de Dios.
ResponderEliminarNunca me gusto la historia de Abraham, nunca me gustó la fe ciega, ni el demostrar la fe a Dios sacrificando a un hijo. Siempre me pareció que en este pasaje Dios se mostró de forma egoista. Si Dios era amor, por qué sacrificar, por qué necesitaba un sacrificio, si nos conoce tan bien...
En cambio Miguel Angel me alegro que hayas compartido mesa y cultura, eso también dice mucho de una persona.
Yo viví allí unos años. Tengo muchos recuerdos del Ramadán y de la fiesta del cordero. Lo que más me costaba era ver a los cordericos atados esperando que los degollaran. En fin, son cosas mías. Pero la fiesta es preciosa, por lo familiar y por la fe y la alegría con que la celebran.
ResponderEliminarLo del sacrificio de Isaac, pues eso ya es otro cantar. La Biblia tiene el encanto literario de lo primitivo y ancestral, pero no me digas que no es fuerte. Para ti será otra cosa, pero leída desde un punto de vista no religioso, dan escalofríos a veces.