Mi mamá usaba una máquina Singer, como muchas otras amas de casa y madres de familia de su misma época, edad y condición. Con ella confeccionó multitud de prendas para toda la familia. Bien ella sola, acompañada de su madre mi abuela o con vecinas y conocidas, le daba al pedal y al tiempo discutían y comentaban sobre medidas, colores, texturas, con la cinta métrica al cuello, la tiza en la oreja y los alfileres en alguna parte de su cuerpo prendidos y siempre a mano.
En cierto momento, no sé si a finales de los 60, o si antes o si después, aquella preciosidad de hierro que tanto ahora añoramos, empezó a resultar fea, molesta… un trasto que ocultar o disimular. Y muchos ebanistas y profesionales varios de la madera, se ofrecían a realizar un apaño para el momento. Y de la noche a la mañana, llegó a casa esto:
Mi padre y los hijos, nos encogimos de hombros y dejamos hacer, ¿qué otra cosa se nos permitía?
Han pasado los años, ella y él ya no viven, la máquina es mía por herencia, que mi hermano tiene otra, la de mi abuela, que era mucho mejor, dónde va a parar, pero por algo él es el mayor. Pues muy bien, que la disfrute, que yo disfruto ésta.
Ahora, en estos momentos, le estoy dando a la cabeza si andarán por casa las cosas que le quitaron a la máquina. Si las encuentro, la rehago y la convierto en monumento.
El caso es que de estar en la casa paterna cerrada, sin hacer nada, prefiero que esté en uso, y sirva para lo que tiene que servir. Me la he traído, y se la tengo ofrecida a un grupo de señoras que se juntan para coser y cantar, charlar y pespuntear.
El caso es que ayer, poniéndola a punto, es un decir, que más bien era mirando si seguía funcionando, la abrí, la dispuse y la moví con el pedal. Vi que sí. Al volverla a recoger, no sé cómo, la correa que transmite la fuerza de los pies a la cabeza se rasgó justo por donde una grapa sujeta los dos extremos. Esta es la mía, me dije. Ahora voy y la arreglo. Imposible.
Cada vez que perforaba el cuero acartonado para introducir el alambre, se rasgaba por falta de elasticidad. Más que cuero parece cartón. A fuerza de intentarlo una y otra más, se acortó y tuve que probar de otra manera. No encontré más que ésta, vedla ahí, mirad qué chapuza más horripilante.
Eso sí, funciona. Acoplé ambos extremos por el orificio de un trozo de cable de antena de televisión previamente vaciado de su relleno, y lo pegué con cianoacrilato. Lo que se dice una aberración. Y que dure.
Visto lo visto, voy a desechar la idea de reponer lo quitado a la máquina, no vaya a ser que, intentándolo, lo deje peor. La dejo como está, porque podría ocurrir lo que aquel milagro de no sé quién: Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy.
Miguel Angel....esta máquina es como la de mi madre, que aún la hace servir, siendo tan mayor como es...
ResponderEliminarHa cosido toda la vida y su imagen estará siempre unida a una máquina como esta Singer y a un mueble parecido a este...
La correa la has enganchado muy bien, yo tambien se la he arreglado unas veces, pues se ha de tensar si se dá de si...
¡claro que funcionará!...
lo del milagro de no sé qué es:
"Un enfermo subía una pequeña cuesta, en una silla de ruedas, hacia la cueva donde se venera la Virgen de Lourdes, le iba dando con las manos avanzando poco a poco, y conforme subía, iba pidiéndole el milagro.
-Virgencita, que pueda andar.- Le parecía poco ya esto, puesto que ese milagro lo daba ya por conseguido, y siguió con su lista de peticiones. - Y que se me quite esa tos tan molesta del invierno. Y además que me salga una buena novia, y que consiga un buen trabajo. Y que...
Embebido en sus peticiones, oyó de repente un ruido extraño en la silla. El freno se le había roto, y a pesar de intentar retenerla agarrando las ruedas con la mano, no pudo con ella e inició una rápida bajada de espaldas cuesta abajo.
El enfermo juntó las manos, levantó la vista al cielo y según iba cogiendo velocidad cuesta abajo. Le pedía a la Virgen.
-Virgencita. Que me quede como estoy. Que me quede como estoy."
jajajajaja
¿qué te parece?
Hasta mañana.
Preciosa máquina y genial tu trabajo.
ResponderEliminarYo me iría a un curtidor y compraría cuero nuevo para volver a hacer lo mismo que estaba. Y quizá en los lugares donde venden correas de ventilador para industria encuentres lo mismo. (Yo he comprado de varios tamaños, según la máquina y es una gozada ver la cantidad que hay).
Tu eres heredero. Yo solamente soy depositaria. Trataré de hacer llegar las cosas a los siguientes en perfecto estado de funcionamiento.
Igualita que la de mi madre también y con un mueble parecido, sigue vigente en Salamanca.
ResponderEliminarHaz caso de la experiencia en estos casos, Mª Jesús te ha dado la solución, así te quedará que ni pintada.
Que la disfruten tus señoras feligresas.
Besos
Hola, Miguel Angel:
ResponderEliminarMi madre también tiene una máquina de coser como la que expones en tu post, y además, la sigue utilizando, en cambio te diré que yo no tengo ni idea cómo vá eso, mi madre nunca me ha dejado utilizarla, ni tampoco quiso enseñarme, se conoce que no se fía de mí jajajaja.
Un beso.
y ahora sentimos verdadera admiracion por esas maquinas(aunque lo que tenemos es devocion por esas abuelas que tantas horas pasaban dando pedales y pasando dobladillos)
ResponderEliminarpor cierto los higos tienen una pinta maravillosa
Anna, gracias por completarme el chiste. Soy tan malo con ellos, que además de contarlos más, se me olvidan parte, un desastre, vamos. ¡Cómo me alegro de pertenecer el club de l@s “singerian@s”! Son máquinas que necesitan poco mantenimiento, pero sí alguna atención, y pueden durar toda una vida, o dos…
ResponderEliminarQué pronto saltaste comentando, casi estaba la tinta fresca.
mariajesus, no digas genial al trabajo, porque tienes que reconocer que es una chapuza, sólo que como está casi oculta, queda disimulada. Te haré caso y buscaré material nuevo. Y lo de heredero……, pues sí, como tú y como el resto de la humanidad, recibimos lo que nos dejan. Y tener conciencia clara de qué dejar a los demás, convendrás conmigo en que cada vez menos; ni tierra, ni agua, ni aire. Será petulancia, pero tengo la impresión de que tras de mí, tierra arrasada. El que venga después, va a llenar contenedores y contenedores de basura. ¡Al tiempo!
Julita, pues claro que sí, ya lo sabía. Y haría bien en tu casa recién remodelada, no te quepa duda.
Lo del arreglo me lo pensaré, que me da mucho miedo rozarla, y eso que las señoras feligresas la trata de mimo
Besos.
María, pues di a tu mamá que te enseñe a usarla, y verás que lindas cosas te haces, ni comparanza con las de compra. Para que confíe en ti tienes que ganártela, ponte a ello.
alfonso, tienes razón, qué abuelas, y qué máquinas. Por cierto, por tu tierra también tenéis cosas guays…
Y los higos de por allá tampoco son mancos, que los he probado. Los de higuera y los chumbos, aunque tengan espinitas.