Las flores en el monolito

Hoy no hay foto, ya saldrá en los medios, que con las prisas no llevé la cámara…

¡Qué rápidos son los de El Mundo, ya han colgado unas cuantas! ¡Si ha sido a las 13:00 horas el acto!

Y como ya han salido aquí están:

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Nos hemos convocado en torno al monolito, recordando y rindiendo homenaje a los que se fueron aquel aciago 11 de noviembre de 1989, porque nos fueron arrebatados por quienes encarnaban el Mal.


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Éramos muchas y muchos. Han hablado algunas y algunos. Íbamos con flores y allí las hemos dejado. Y nos hemos vuelto a lo de siempre, a seguir, a continuar.

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Catalina Montes, Alicia Martín Baró, José María Tojeira, niños y niñas, jóvenas y jóvenes, canosas y canosos, con versos, sentimientos, canciones…

Y una anécdota. Tojeira, el jesuita ahora rector de la UCA, y entonces el Provincial, la contó.

«Estábamos en la Casa Presidencial de San Salvador. El gobierno salvadoreño concedía a nuestros hermanos la mayor distinción con que el país honra a sus hijos ilustres. Hasta entonces jamás se habló en público de ellos como personas relevantes. El pueblo sí, siempre lo ha hecho, recordándolos como  ciudadanos y cristianos de tronío. Era la primera vez que oficialmente eran tenidos en cuenta.
En un momento dado, y fuera de todo protocolo, un grupo allí presente pidió la palabra. Les fue concedida. Se presentaron como miembros de una pequeña comunidad indígena, Jayaque, a la que Nacho había acompañado. Hablaron de aquellos tiempos, y de agradecimientos y de nostalgias, de luchas y de fiestas, de celebraciones y penalidades; para terminar solicitaron de nuevo permiso. Con el protocolo ya hecho totalmente añicos, les fue concedido. El grupo, animado por guitarras, entonó el Habrá un día en que todos…
Para mí fue lo más emocionante porque un grupo de campesinos en la Casa Presidencial decían que tenían esperanza en que un día llegase la libertad a El Salvador».

Seguro que si hubiera estado allí Labordeta mismamente les da un beso. Yo no lo hago, porque estoy aquí y ellos allá. Pero me repito y vuelvo a colocar este vídeo de este pedazo de baturro que ya es todo un personaje universal. Nacho, el de la guitarra, se lo enseñó a los suyos, y éstos llevan más de veinte años cantándolo:

4 comentarios:

  1. ¡Si que habrá sido emotivo el acto!, tal y como lo cuentas de ponerse los pelos de punta, tan cerca de las personas que les conocieron, con sus familias de sangre y con las otras, esas que se eligen para compartir ideales y luego el detalle de la canción, hay muchas personas que sin estar allí... estábamos. Un abrazo

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  2. cuando se mata no solo se acaba con la persona, tambien sa mata ala esperanza y a la libertad de muchos otros
    un saludo

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  3. No sabía que eran de Valladolid. Desde luego, habrá sido muy emocionante. Al menos que quede siempre el recuerdo y el homenaje, ya que las personas, cuando, como tú dices, son arrebatadas de la vida por el mal, son irrecuperables. Un abrazo.

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