Hoy hemos enterrado a Angelita. Durante el funeral montaban, en la parte de atrás, la caseta para la fiestas. La muerte y la vida se entremezclan de una manera tragicómica. El muerto al hoyo y el vivo al boyo.
No. No es así, no somos así. Simplemente es la vida que no para. Unos nacen, otros mueren, y los vivos viven. Y no se puede parar. No se debe parar. Es verdad lo que la vida es como un río, continuamente discurriendo, sin parar y rebasando cualquier obstáculo, o sorteándolo, quién sabe, porque el agua busca por donde discurrir y avanzar…
La familia estaba entera. Claro, ya se sabía, se esperaba. Lo que me llamó la atención fueron las tres nietas mayores, jóvenes aún, que estaban desconsoladas. No las conocía, nunca la había visto. ¿Quién sabe?
No. No es así, no somos así. Simplemente es la vida que no para. Unos nacen, otros mueren, y los vivos viven. Y no se puede parar. No se debe parar. Es verdad lo que la vida es como un río, continuamente discurriendo, sin parar y rebasando cualquier obstáculo, o sorteándolo, quién sabe, porque el agua busca por donde discurrir y avanzar…
La familia estaba entera. Claro, ya se sabía, se esperaba. Lo que me llamó la atención fueron las tres nietas mayores, jóvenes aún, que estaban desconsoladas. No las conocía, nunca la había visto. ¿Quién sabe?
En todo caso hoy ha sido un día duro de calor. Hemos tenido algo bajo el ánimo. Tal vez mañana consigamos remontar un poco el vuelo. Mañana siempre será otro día.
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