Lecturas Bíblicas: Cantar de los Cantares 2, 8-10.14
1ª de San Pablo a los Corintios 12, 31-13, 8a
Evangelio de San Juan 15, 9-12
Saludo
Como amiga de la familia de Pepe, quiero daros la bienvenida y el saludo inicial a esta fiesta. Porque se trata de una fiesta: Pepe y Minerva se quieren casar.
Conozco a Maruchi y su familia desde hace más de treinta años. Pero he de confesaros que a Pepe lo he descubierto en estos últimos días, durante la preparación de este sacramento.
Él y Minerva forman una pareja encantadora, que saben quiénes son y lo que quieren. Ahora solicitan la presencia de Dios y de su Iglesia para celebrar su matrimonio. ¡Cómo no hemos de felicitarnos por ello!
He de deciros que han preparado este momento con mucho interés;
- que han querido celebrarlo en su parroquia, en el templo que su padre, Chema, y Emilio diseñaron y cuya construcción dirigieron;
- que tienen el propósito de vivir su amor renovándolo día a día;
- que son conscientes de que nada realmente importante es fácil en la vida y que están dispuestos a poner en ello todo su empeño.
Dejemos que actúe la gracia de Dios en ellos y que también nosotros seamos tocados por ella para renovar nuestra vocación cristiana.
Celebremos esta ceremonia como ellos lo han preparado, con ilusión, con dedicación y delicadeza. Celebremos con intensidad cada canto, cada lectura, cada gesto. Participemos de ella de manera intensa, ellos lo quieren así.
Homilía
Estamos deseando escucharos, así que voy a ser muy breve. Por otra parte sois vosotros quienes realizáis el sacramento, de modo que los demás tenemos poco que decir; únicamente ser testigos de vuestro amor y acoger el misterio de Dios en vosotros, que eso es el sacramento.
Y esto último es lo que quiero resaltar antes de dejaros hacer. Las tres lecturas que han centrado esta celebración tienen un mismo tema: Dios nos ama, nos ama sin medida ni condiciones, y todo amor humano no tiene otro origen ni fuente que el amor de Dios.
Al escogerlas, estáis reconociendo que habéis conocido el amor que Dios os tiene. Igualmente aceptáis que el amor que hay entre vosotros es obra de Dios. Y - ahora viene la consecuencia- os estáis comprometiendo a que vuestro amor transparente el amor mismo de Dios. Dicho en otras palabras: que sea el escaparate donde todos veamos en clave humana, es decir, sensible y material, el amor inmenso, espiritual, incondicional e irrepetible de Dios.
El amor de Dios no pasa nunca. Tampoco tiene límites. Se renueva siempre pero permanece el mismo a lo largo del tiempo.
Habéis solicitado la presencia de Dios, y Él está aquí. Está primero en vosotros mismos, sustentándoos y jurándoos continuidad y permanencia. Y está en todos nosotros, la Iglesia de Jesús, que es también sacramento: el sacramento que expresa el amor de Dios a todos los seres humanos. Esta Iglesia también os promete acompañaros y ayudaros siempre.
¡Qué más queréis! No perdáis tiempo y abrid vuestra puerta al misterio de Dios que está deseando llenaros de gracia y hermosura. Pero, eso sí, ante ese misterio sed respetuosos y consecuentes.
No se me ocurre ahora otro ejemplo más claro que el de María de Nazaret, la madre de Jesús: como ella, ante el misterio que se os acerca decid "somos esclavos del Señor, hágase en nosotros según tu palabra", pero a continuación entonad vuestro propio Magnificat, alegraos en Dios vuestro salvador que ha hecho en vosotros maravillas.
Y, finalmente, como María con los Apóstoles, manteneos en y con la Iglesia, orando y celebrando al Señor.
Oración de Acción de Gracias
Dios, amigo nuestro, así te decimos:
Gracias por darnos entusiasmo para buscar la verdad donde se encuentre.
Gracias por la resignación para aceptar nuestras propias limitaciones.
Gracias por el coraje para luchar cuando todo nos salga mal.
Gracias por la lucidez para admitir la verdad, sin que nadie nos la imponga.
Gracias por la fuerza para preferir lo difícil a lo fácil.
Gracias por el valor para rechazar lo vulgar y lo rastrero.
Gracias por la valentía para luchar contra nuestra apatía y desgana.
Gracias, Señor, porque podemos ser fuertes.
Gracias, porque podemos ser sinceros.
Gracias, porque somos alegres.
Gracias por la vida que nos das.
Gracias, Señor, porque nos quieres libres.
Gracias, porque nos das responsabilidades.
Gracias, porque somos capaces de tener amigos.
Gracias, Señor, por el amor que has sembrado en Pepe y Minerva.
Gracias por Jesús, en cuyo nombre han recibido la fe.
Gracias por el Espíritu que sobre ellos has derramado.
Gracias, Señor, porque has llamado a Minerva y a Pepe a un proyecto común de vida en plenitud.
Gracias por la capacidad de ternura y entrega que has puesto en el corazón humano.
Gracias, porque has inventado al ser humano para que viva en compañía.
Gracias, Señor, porque así podemos hacer un mundo de hombres hermanos.
1ª de San Pablo a los Corintios 12, 31-13, 8a
Evangelio de San Juan 15, 9-12
Saludo
Como amiga de la familia de Pepe, quiero daros la bienvenida y el saludo inicial a esta fiesta. Porque se trata de una fiesta: Pepe y Minerva se quieren casar.
Conozco a Maruchi y su familia desde hace más de treinta años. Pero he de confesaros que a Pepe lo he descubierto en estos últimos días, durante la preparación de este sacramento.
Él y Minerva forman una pareja encantadora, que saben quiénes son y lo que quieren. Ahora solicitan la presencia de Dios y de su Iglesia para celebrar su matrimonio. ¡Cómo no hemos de felicitarnos por ello!
He de deciros que han preparado este momento con mucho interés;
- que han querido celebrarlo en su parroquia, en el templo que su padre, Chema, y Emilio diseñaron y cuya construcción dirigieron;
- que tienen el propósito de vivir su amor renovándolo día a día;
- que son conscientes de que nada realmente importante es fácil en la vida y que están dispuestos a poner en ello todo su empeño.
Dejemos que actúe la gracia de Dios en ellos y que también nosotros seamos tocados por ella para renovar nuestra vocación cristiana.
Celebremos esta ceremonia como ellos lo han preparado, con ilusión, con dedicación y delicadeza. Celebremos con intensidad cada canto, cada lectura, cada gesto. Participemos de ella de manera intensa, ellos lo quieren así.
Homilía
Estamos deseando escucharos, así que voy a ser muy breve. Por otra parte sois vosotros quienes realizáis el sacramento, de modo que los demás tenemos poco que decir; únicamente ser testigos de vuestro amor y acoger el misterio de Dios en vosotros, que eso es el sacramento.
Y esto último es lo que quiero resaltar antes de dejaros hacer. Las tres lecturas que han centrado esta celebración tienen un mismo tema: Dios nos ama, nos ama sin medida ni condiciones, y todo amor humano no tiene otro origen ni fuente que el amor de Dios.
Al escogerlas, estáis reconociendo que habéis conocido el amor que Dios os tiene. Igualmente aceptáis que el amor que hay entre vosotros es obra de Dios. Y - ahora viene la consecuencia- os estáis comprometiendo a que vuestro amor transparente el amor mismo de Dios. Dicho en otras palabras: que sea el escaparate donde todos veamos en clave humana, es decir, sensible y material, el amor inmenso, espiritual, incondicional e irrepetible de Dios.
El amor de Dios no pasa nunca. Tampoco tiene límites. Se renueva siempre pero permanece el mismo a lo largo del tiempo.
Habéis solicitado la presencia de Dios, y Él está aquí. Está primero en vosotros mismos, sustentándoos y jurándoos continuidad y permanencia. Y está en todos nosotros, la Iglesia de Jesús, que es también sacramento: el sacramento que expresa el amor de Dios a todos los seres humanos. Esta Iglesia también os promete acompañaros y ayudaros siempre.
¡Qué más queréis! No perdáis tiempo y abrid vuestra puerta al misterio de Dios que está deseando llenaros de gracia y hermosura. Pero, eso sí, ante ese misterio sed respetuosos y consecuentes.
No se me ocurre ahora otro ejemplo más claro que el de María de Nazaret, la madre de Jesús: como ella, ante el misterio que se os acerca decid "somos esclavos del Señor, hágase en nosotros según tu palabra", pero a continuación entonad vuestro propio Magnificat, alegraos en Dios vuestro salvador que ha hecho en vosotros maravillas.
Y, finalmente, como María con los Apóstoles, manteneos en y con la Iglesia, orando y celebrando al Señor.
Oración de Acción de Gracias
Dios, amigo nuestro, así te decimos:
Gracias por darnos entusiasmo para buscar la verdad donde se encuentre.
Gracias por la resignación para aceptar nuestras propias limitaciones.
Gracias por el coraje para luchar cuando todo nos salga mal.
Gracias por la lucidez para admitir la verdad, sin que nadie nos la imponga.
Gracias por la fuerza para preferir lo difícil a lo fácil.
Gracias por el valor para rechazar lo vulgar y lo rastrero.
Gracias por la valentía para luchar contra nuestra apatía y desgana.
Gracias, Señor, porque podemos ser fuertes.
Gracias, porque podemos ser sinceros.
Gracias, porque somos alegres.
Gracias por la vida que nos das.
Gracias, Señor, porque nos quieres libres.
Gracias, porque nos das responsabilidades.
Gracias, porque somos capaces de tener amigos.
Gracias, Señor, por el amor que has sembrado en Pepe y Minerva.
Gracias por Jesús, en cuyo nombre han recibido la fe.
Gracias por el Espíritu que sobre ellos has derramado.
Gracias, Señor, porque has llamado a Minerva y a Pepe a un proyecto común de vida en plenitud.
Gracias por la capacidad de ternura y entrega que has puesto en el corazón humano.
Gracias, porque has inventado al ser humano para que viva en compañía.
Gracias, Señor, porque así podemos hacer un mundo de hombres hermanos.
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