Otra vez la Moli salió de paseo

Pero no fue con su amo, como corresponde, sino a su aire y a escondidas. Estaba desayunando tan tranquilo y ella se fue de tapadillo, como ansiando un rato de libertad, cuando tiene toda la que quiere.
Hora y tres cuartos ha estado desaparecida. ¡Que misterio éste el de la libertad! Lo mismo en animales que en personas. Podemos tener todo el libre albedrío que se pueda concebir, siempre ansiaremos otra cosa. Y hasta que no la logramos, no paramos. Seguro que para estar peor, como ahora la Moli, que ha vuelto un poco rara, pero no escarmentamos.
Lo de el otro día en Pirineos fue distinto. La pobre animala se despistó y se desorientó. Y como no sabría para donde tirar, a pesar de estar en medio de las montañas, decidió volver al abrigo del coche y de la tienda, y para allá que se fue como alma que pierde el culo, al decir de los montañeros que la vieron bajar despendolada.
Y allí estaba, dentro de la tienda, esperando y temerosa aún a pesar de estar en "sitio seguro".
Dicen que la experiencia es un punto, pero no siempre aprovechamos lo que vivimos para enmendarnos. Ni los perros ni sus amos. Tropecientas veces daremos en la misma piedra, no importa que nos duela el pie o la rodilla, y seguiremos insistiendo en andar por el mismo sendero.
Pero lo importante es que ha vuelto a casa. Lo de menos son las casi dos horas de incertidumbre, porque al fin y al cabo eso va incluido en el cargo.
Resultado: volvimos bien de las montañas, y estamos de nuevo todos juntos, como debe ser.

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