Han pasado veintiocho días, cuatro semanas, y aún no me hago, no a la idea, a la realidad de tu no presencia en mi vida. Los siete años que hemos pasado juntos, han resultado intensos, placenteros y entrañables. Incluso el final, tus últimos casi siete meses, me han dejado el ánimo henchido de ternura, la que tú me has trasmitido al dejarte cuidar.
Sé dónde te deposité, no sé en qué paraje te encuentres ahora. También ignoro cuándo ocurrirá. Una cosa sí tengo por segura, Luna, con una fe inquebrantable, con una esperanza firme. Volveremos…
Yo a cuidar de ti y de los otros…
Caray, cuanta penita seguida.
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