Ruta urbana
Fecha: Martes, 4 de junio de 2019. Punto de
encuentro: Puerta del Museo Patio Herreriano (cl Jorge Guillén). Hora: 18:00 h.
Recorrido:1. Patio Herreriano. 2. Palacio de Fabio
Nelli. 3. Palacio de Butrón. 4. Palacio Arzobispal. 5. Palacio Real. 6. Palacio
de Pimentel. 7. Casa Revilla.
Introducción
Desde los siglos de la Edad Media, Valladolid ha
sido elegido con mucha frecuencia como residencia de reyes y nobles, que
seguían y se instalaban allí donde la Corte -”itinerante” o “estable”- se
asentase. Llegado el Renacimiento, este amplio colectivo de nobles, altos
funcionarios y adinerados comerciantes propició la aparición de una
arquitectura doméstica palaciega característica, en la que la presencia de un “patio”
marcaba la diferencia con la arquitectura doméstica más modesta, confiriendo a
los nuevos palacios el “nivel” que correspondía a la condición de sus
ocupantes.
El “patio” solía ser de planta cuadrada, con entrada
desde la calle; y en torno a él se organizaba el resto de las estancias y
dependencias del palacio. En su centro no es extraño encontrar un pozo. Los
lados del patio-las “pandas”- pueden estar porticados en su totalidad o
parcialmente; de hecho, en los patios vallisoletanos es habitual encontrar
cerrada la panda norte como protección contra el frío.
En las pandas porticadas, el segundo piso se
sustenta sobre columnas o pilares; y sobre éstos es habitual que se utilice un
sistema de arcos. El segundo piso del “patio” también puede presentar arquerías
abiertas; o bien estar cerrado y con ventanas.
Los elementos constructivos de los “patios” varían
en función del estilo artístico al que corresponden (gótico, renacentista,
herreriano ... ) y los historiadores arrojan cifras distintas sobre el número
de palacios con “patio” que llegó a existir en Valladolid. Según Pinheiro da
Veiga, a comienzos del siglo XVII había en Valladolid unos 400 palacios. El
traslado de la Corte a Madrid hizo que la mayoría se cerrasen. El desuso y el
abandono convirtieron muchos de ellos en pasto de “piqueta”. Otros quedaron en
manos de diferentes instituciones que los incorporaron a su “patrimonio
monumental”. Y otros más fueron engullidos por nuevas edificaciones. A mediados
del siglo XX, el profesor Martín González llegó a documentar (desaparecidos o
no) un total de 150 palacios “con patio” en la ciudad.
1. El “Patio Herreriano”
El conjunto monacal adosado a la iglesia de San
Benito se estructura en torno a tres patios: el Patio de la Hospedería (que
alberga oficinas administrativas del Ayuntamiento de Valladolid; el Patio del
Noviciado (que sirve de “patio” a la comunicad carmelita que regenta el
templo); y el Patio Procesional, más conocido como Patio Herreriano, por haber
sido erróneamente atribuido a Juan de Herrera durante mucho tiempo (en el que
tiene su sede el Museo de Arte Contemporáneo de Valladolid). Las trazas del “Patio
Herreriano” fueron realizadas por el maestro de cantería y arquitecto Juan de
Ribero Rada (1540-1600) entre 1582 y 1584, en estilo renacentista al que el
gótico estaba dejando paso. Se trata de un patio inspirado en el “Patio de los
Evangelistas” de El Escorial. El patio no es totalmente regular, la longitud de
sus lados y los ángulos de unión son desiguales. Cada lienzo está formado por
dos alturas de siete arcos cada una, separados por columnas pareadas: en el
cuerpo inferior, toscanas; en el superior, jónicas.
El Museo “Patio Herreriano” de Arte Contemporáneo
fue inaugurado en junio de 2002. La rehabilitación del espacio, firmada por el
vallisoletano Juan Carlos Arnuncio, recibió el Premio “Europa Nostra” de
restauración. En el centro del patio se encuentra instalada la escultura
sedente de los reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, obra del escultor
Antonio López y los hermanos Julio y Francisco López Hernández. Es una pieza de
bronce, de 2,5 m de altura.
2. El patio del Palacio de Fabio Nelli
Fabio Nelli fue un importante banquero vallisoletano
nacido en 1533, hijo de una familia de gentes dedicadas a la banca en Italia.
En 1576, Fabio Nelli dispuso la construcción de su residencia en la ciudad. En
la edificación del palacio, que duró 20 años, intervinieron Juan de la Lastra,
Francisco de la Maza, Pedro de Mazuecos y Diego de Praves. Se trata de un
magnífico edificio de estilo renacentista, decorado y rematado según el gusto
clasicista italiano.
El palacio seguía el esquema típico de los palacios
vallisoletanos del siglo XVI-XVII, con un zaguán descentrado situado a la
izquierda de la fachada, con las puertas de la calle y del patio desenfiladas
formando una línea oblicua sin tener en cuenta un eje de simetría, para evitar
toda visión desde la puerta exterior (lo mismo ocurre en las Casas de
Berruguete y en el Palacio de Pimentel, etc.). Pero Pedro de Mazuecos trasladó la
puerta de entrada al patio desde el ángulo izquierdo donde se encontraba al
centro de la crujía, dejando así el nuevo zaguán centrado. La puerta de entrada
desde la calle también la ajustó en medio de la fachada. Asimismo, Mazuecos
diseñó y redistribuyó el resto del edificio, siguiendo los principios
clasicistas: simetría, frontalidad y centralidad.
El patio tiene columnas en tres de sus lados,
mientras que el cuarto está cerrado con un muro, al orientarse hacia el norte,
y ser por ello más frío. Fue construido bajo la dirección de Pedro de Mazuecos;
y contó con el trabajo del escultor Francisco de la Maza. Las obras de dicho
patio duraron cuatro meses, en 1582.
El Palacio de Fabio Nelli alberga en la actualidad
(desde 1967) el Museo Arqueológico Provincial de Valladolid (Museo de
Valladolid), dependiente de la Junta de Castilla y León.
3. El patio del Palacio del licenciado Francisco
Butrón
El Palacio del Licenciado Francisco Butrón -oidor de
la Chancillería y abogado de gran prestigio- fue construido entre 1565 y 1572;
colindante al Convento de Las Brígidas (fundado por Marina Escobar). El
proyecto inicial fue de Francisco de Salamanca, bajo cuya dirección el cantero
Juan de la Lastra unificó las fachadas, y construyó el patio y la escalera
principal. Francisco Butrón falleció en 1579 y el palacio pasó a sus herederos,
hasta que en 1637, el edificio se integró en el vecino convento de Las Brígidas
y experimentó varias reformas y ampliaciones. En 1864, se cerraron las galerías
renacentistas del patio una vez que el edificio se destinó a colegio.
En 1978, el convento y colegio se trasladan a un
edificio nuevo quedando abandonados tanto el palacio como la iglesia y sus
dependencias. En 1988, la Junta de Castilla y León adquirió el palacio que,
tras ser totalmente rehabilitado (Juan Carlos Arnuncio), alberga hoy el Archivo
General de Castilla y León (2001).
La fachada principal del palacio abre a la calle de
San Diego. El zaguán que conduce al patio tiene las puertas desenfiladas, está
cubierto con un artesonado de viguería y tiene un friso de yeso. El elemento
más destacado del palacio es el patio renacentista de su interior. Consta de
tres pisos con galerías de arcos de medio punto sobre columnas jónicas y
balaustres en tres de sus lados. El cuarto es un muro decorado con estucos
atribuidos a Jerónimo Corral. En él, en las dos primeras plantas, sobre una
superficie de almohadillado, se abren cuatro ventanas entre parejas de
pilastras. La parte superior está decorada con relieves y un par de tondos con
esculturas, que repiten los motivos de los situados en la fachada.
4. Palacio Arzobispal
Construido a finales del siglo XVI, el palacio fue
propiedad de Juan Villasante y María de Villarroel: sus retratos aparecen en
sendos medallones en la fachada del palacio. En 1857, se convirtió en sede
del arzobispo Luis de la Lastra y Cuesta (con Pío IX), cuyo escudo luce desde
entonces, junto al escudo real (Isabel II) en la fachada del edificio.
Las dos torres del palacio avanzan con respecto a la
fachada (lo hemos visto igual en Fabio Nelli). La fachada es de mampostería
enfoscada y sillares de piedra. El arco de entrada es de medio punto, con
columnas jónicas y decoración de jarrones con frutos; y, en este caso, bien
entrado el Plateresco ya, la entrada comunica directamente con el patio
central. El patio tiene dos alturas, la superior se sustenta sobre columnas de
tipo plateresco. El suelo del patio está empedrado y las columnas de su
perímetro tienen decoración aún renacentista (ángeles y motivos vegetales). El
artesonado de la escalera procede de Fuente el Sol y también es del siglo XVI.
5. Palacio Real
El Palacio Real de Valladolid fue edificado en 1526,
sobre las casas de Francisco de los Cobos, (secretario de Carlos V) frente al
palacio de sus suegros los condes de Rivadavia. El arquitecto fue Luis de Vega.
La esposa de De los Cobos, María de Mendoza, acogió durante unos meses en este
palacio a Santa Teresa y a sus religiosas, en 1568, en tanto concluían las obras
de su nuevo convento. Tanto Carlos V como su hijo Felipe II residieron en el
palacio durante sus estancias en Valladolid. En 1600, el inmueble fue adquirido
por el duque de Lerma, quien poco después se lo vendería a Felipe III para que
pudiera instalar en él su corte entre 1601 y 1606. En este periodo,
concretamente, en este palacio nacería el futuro Felipe IV (1604) y su hermana
Ana de Austria (que llegaría a ser reina de Francia por su matrimonio con Luis
XIII). A comienzos de 1809, Napoleón Bonaparte se alojó en el palacio; y poco
tiempo después, su hermano; José Bonaparte (Pepe Botella) instaló en él a su
propio séquito.
De los primeros tiempos de su historia, se conservan
los dos torreones y la cornisa de la fachada principal, así como algunas
estancias del interior como el “Salón del Trono”, la “Escalera imperial” (de
Ventura Rodríguez, siglo XVIII), el “Oratorio de la Reina”; y dos magníficos
patios: uno no se visita, el llamado “Galería de Saboya” y otro, hermosísimo,
al que se accede desde la entrada principal del palacio, construido en 1533,
con dos pisos de arcos carpaneles y decorado con medallones que representan las
posesiones del imperio de Carlos I.
6. Palacio Pimentel
El Palacio de Pimentel es un claro ejemplo de
arquitectura doméstica nobiliaria del Renacimiento castellano. Su construcción
se inició en el siglo XV, pero se prolongó en los siglos siguientes, con la
consecuente incorporación de elementos de estilos posteriores al renacentista.
El palacio tiene dos alturas, que se elevan a tres en el torreón de la esquina
(modificado en el siglo XVII). Sus muros son de adobe y tapial, recubiertos
posteriormente de ladrillo. En las esquinas, portada y zócalo, vemos un
material más noble: la piedra. La portada tiene arco de piedra y da acceso a un
zaguán a modo de amplio vestíbulo, que comunica con el patio en un eje
desenfilado que evita que, desde la calle, pueda verse el interior del patio.
Los azulejos que recubren las paredes del zaguán son de Ruiz Luna, fueron
colocados en 1939 y representan escenas de la historia de Valladolid.
El patio es de planta cuadrada con columnas en las
cuatro pandas, que soportan el segundo piso mediante un arquitrabe con zapatas
(mudéjar). Suelo enchinarrado y pozo central.
El palacio perteneció inicialmente al marqués de
Astorga y después al regidor municipal Bernardino Pimentel y su esposa
Constanza de Bazán. Fue el principal alojamiento de Carlos V y su esposa Isabel
durante sus estancias en España; y en él nació, en 1527, el rey Felipe II. A
mediados del XVI, el palacio pertenecía a los condes de Rivadavia, cuyos
descendientes serían propietarios del mismo hasta 1875, fecha en que fue
adquirido por la Diputación Provincial, que continúa teniendo en él su sede.
7. Palacio de los marqueses de Revilla
A finales del siglo XV, los hermanastros del rey
Boabdil de Granada, Juan y Fernando, adquirieron el solar sobre el que hoy se
erige la popular “Casa Revilla”. En aquel tiempo, la calle Torrecilla se
llamaba calle de Santa Clara. Ya en el siglo XVI, sus descendientes cuidaron de
la casa y le procuraron un evidente ornato, contratando, por ejemplo, un
jardinero que, en el jardín y la huerta de la casa plantara rosales, jazmines,
madreselvas, así como “verduras del terreno”. En el siglo XVII, la familia de
Boabdil vendió la casa a la del prestigioso doctor Luis de Mercado y de ésta no
tardó en pasar, por matrimonio, a la de los Velasco; que, a su vez,
emparentaría poco después con los “marqueses de Revilla”.
Los “marqueses de Revilla” son los que dan nombre a
la Casa que conocemos hoy, si bien dejaron de ser los propietarios en el siglo
XIX.
Lo que se considera “el patio” de esta casa es lo
que hoy conocemos como “jardín romántico” de la Casa de Zorrilla, pero la
vivienda siempre ha tenido un segundo patio, más pequeño, en su interior, menos
conocido, más recoleto…; que es en el que hoy termina nuestra ruta.