Como aquel viejo arpa que cantara Gustavo Adolfo Bécquer,
esta lámpara había quedado maltrecha tras la mudanza, en tanto que sus
compañeras, más robustas y también más importantes, lucían hermosas en el nuevo
lugar; no en vano eran de bronce, de hierro, de cristal fino.
La humilde araña, de vidrio simple y engastada en calamina,
había sufrido remodelaciones. Tal vez su sencillez fuera tan manifiesta, que
alguien pensaría en mejorarla añadiéndole colgantes por aquí y por allá. Y lo
hizo. La falsificó.
Me la encontré tirada y rota, el resto de un lote
hermoso y variado, de años de esplendor en casa grande.
¿Tiene arreglo? Me preguntó su nueva dueña. No sé si
añadí palabra; el gesto sería suficiente.
Me la traje. He hecho lo que buenamente se me ha
ocurrido y he podido con los medios a mi alcance. Afortunadamente mis
manipulaciones no aparecen a la vista, salvo algún pequeño detalle que espero
nadie tenga interés en encontrar.
Eso sí puedo asegurar: salvo error u omisión, esta
araña lucirá por los siglos de los siglos…
Transporte especial para remitir a destino. 24/05/17 |
Pero volviendo al principio. Béquer escribió:
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sepa arrancarlas!
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le
diga “Levántate y anda”!
Y yo rubrico, apelando a su bonhomía:
Esta
vieja araña maltrecha y relegada
mantuvo
intacto su ansia de vida;
ha
atendido a una voz que le ha dicho:
“¡Enciéndete
y brilla!”
Pues es preciosa!! a mi me gusta mucho. Me recuerda a una que tenía mi madre cuando yo era pequeña y que siempre recuerdo cómo lloré cuando la tiró porque estaba la pobre super vieja y según ella, sin arreglo alguno.
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