Es mi manera de expresar tu frase “¡qué cosas
tienes, miguelangel!” cada vez que algo en mí te sorprendía, grata o
infelizmente. Tanto daba, valía para toda ocasión. Aún así, me dejabas
trajinar, si era cosa manual, o respirar, si el asunto era de otra calaña.
Claro que no mucho tiempo, porque la impaciencia te podía; y más pronto que
tarde volvías a ver o preguntabas cómo iba con el tema.
El caso es que el domingo tenemos confirmaciones, y
viene Luis. Pero viene de obispo. Y con báculo y mitra. Para ésta tengo apaño.
Pero el báculo no está bien apoyarlo en la pared, como si fuera cualquier trasto.
Estoy pensando colocarlo erguido, que es lo que corresponde. Y en esas estoy,
cómo hacerlo.
¿Cuánto pesa un báculo de obispo? ¿Qué grosor tiene?
¿Cuál es su altura? Son medidas que necesito conocer. Acabo de formular las
preguntas por correo extraordinario, que me corre prisa.
En cuanto sepa las respuestas, esta mañana tengo
trabajo que hacer y será una digna manera de celebrar este día, tu cumple y mi
bautizo. No hay nada mejor que festejar lo que sea haciendo algo productivo.
Pero antes debo saber algo más. En el caso de que
venga solo, me tocará a mí tomar y entregar la mitra. ¿Cuándo hay que hacerlo?
Voy corriendo a buscar el manual del acólito con obispo, seguro que en internet
lo encuentro.
Ya dí con él. Y sabes una cosa, que entre quitar y
poner la mitra, recoger y entregar el báculo, retirar y volver a colocar el
solideo, el próximo domingo terminaré hecho un ovillo. Espero que Luis sea
indulgente.
Ya te he dicho que hoy voy a estar ocupado. También
tengo que estudiar, aunque no creo que aprenda nada interesante.
Qué facilito debió resultar mi bautizo. Casi tanto
como mi nacimiento, cosas entre paisanos.
Besos para mamá y tu recibe mi cariñoso abrazo
Hola Míguel, dos cositas: una, acompañarte en el día que recuerdas especialmente a tu padre y dos, dile a Luis (de mi parte) que te releve de tanta parafernalia y que acuda como lo esencial del asunto, cura colega y que se deje de tanta impostura, que lo importante es confirmar a esos jóvenes y "jóvenas". Yo que tú no andaría agobiado por conseguir un algo para el báculo, ni cuando es el momento de coger la mitra y todo eso, uff, qué pereza tanto boato. De verdad Míguel, ¿es necesario?.
ResponderEliminarBesos amigo mío y que te sea leve
Hola Julia, tienes razón, es mucha parafernalia. Y “no tienes razón” en cuanto que “asín” son las cosas. Las rúbricas litúrgicas, que están en rojito y con letra más pequeña, dictan los gestos y posturas que se han de observar durante las celebraciones. Muchos tratan de aligerarlas, pero cuando se está en exposición pública no se atreven. Y tampoco merece la pena en muchas ocasiones. Las aceptamos, y punto.
ResponderEliminarHabitualmente soy bastante libertario, pero cuando se trata de otra persona, por mi parte ninguna oposición. Yo preparo todo como mandan los cánones, y luego ella que disponga…
Pues también tienes razón, pero lo que me parece el colmo es que se pierda el tiempo buscando un artilugio para soportar el báculo (cosa más trasnochada, por dios!) y tener que aprenderse a estas alturas de la fiesta los tiempos de quitar y poner los distintos sombreros y casquetes. Si se tuvieran que copiar las formulas del siglo XIX en una recepción mundana de estos tiempos seguro que todo el mundo se preguntaría ¿Y esto, a santo de qué?. Pero bueno como eres tú quien tiene que hacer el esfuerzo si aceptas el asunto, amén. Que todo salga bien.
ResponderEliminarBesos
P.D. Pienso en la parroquia de San Carlos Borromeo de Entrevías, ya sabes...
Te participo que de los tres elementos que tengo que manipular el próximo día sólo encuentro sentido al cayado del obispo, porque es pastor de su rebaño; si fuera una sencilla “cayada” ganadera tendría el mismo miramiento por ver cómo la sitúo cuando no se utiliza. No conozco ningún pastor de mi tierra que vaya acompañando a las ovejas de su rebaño con un báculo de factura no artesana sino artística que no le ofrece ninguna utilidad. Menudo estorbo…
ResponderEliminarLa mitra es otro estorbo que recuerda los antiguos privilegios con que se honraban a obispos, abades y abadesas tiempo atrás.
El solideo también sobra; por supuesto que un obispo debe reverencia “sólo a Dios”, pues faltaría más.
Pero así las cosas, en san Carlos Borromeo y en mi parroquia, si se presenta el obispo a confirmar hay que asumir y aceptar lo que ello supone. Otra cosa es que se acerque en plan informal a visitar a los amigos. También Luis ha venido en vaqueros y camisa a cuadros cuando le ha parecido.
Todo va a salir bien, porque lo importante es el entusiasmo que tienen los chavales, lo bien que se han preparado y la labor de sus catequistas, Pilar y Rosa. Y, qué concho, a todos nos alegra ver que hay jóvenes que se toman en serio su fe, aunque lo tengan complicado.
Besos, pues, Julita.