¡Qué pena!




Es lo que siento. La presentación de la carta con la que Reino Unido, o sea Inglaterra y compañía, se desvincula del resto de países europeos, no puede ser otra cosa sino un fracaso rotundo. Se considere como se considere, significa que aquellas islas no se ven ni quieren que se les vea formando parte de lo que es, digan lo que quieran, una historia milenaria forjada en creencias, culturas, estilos políticos e intereses económicos.
Bien es cierto que Gran Bretaña no ha sido, por lo general, un aliado exquisitamente amistoso, como se podría desprender de su carácter exquisito en tantas cosas, desde el te de las cinco hasta el cambio de guardia, pasando por la devoción a su reina. Tal vez se deba a que son “muy suyos”: conducen por la izquierda, su sistema monetario resulta difícil de entender para quien maneja el decimal, incluso miden la temperatura con la F en lugar de con la C. Que coincidan con el resto del mundo en usar reloj de doce horas no deja de resultar chocante.
Si todos, —me refiero a los habitantes de cada país—, tenemos nuestras “cadaunadas”, las de aquel país de allende el Cantábrico son especiales. Y además irrenunciables.
Así las cosas, estando tan particular comensal, no parece posible participar pacífica y en plan de igualdad en un banquete sobre una mesa redonda y con la cubertería colocada según el ritual habitual. Demasiadas excepciones lo hacen imposible.
Porque Europa no es sólo economía y comercio. Así nos hicieron creer cuando votamos la constitución, que parecía, y lo era, un asunto de sólo mercaderías. A la vista está de que hay un asunto humano; se va a comprobar cuando se empiece a desarrollar el dichoso brexit y los ingleses quieran pagarnos en libras y no acepten nuestros euros.
Si se tratara de que los de allí van a recluirse en sus islas…
Precisamente no tengo programado, a corto y medio plazo, viajar a Reino Unido. Pero me disgusta que se me pongan trabas para hacerlo si de pronto me apetece. Ya me había acostumbrado a no encontrar fronteras…

2 comentarios:

  1. Claro que es lamentable que el lelo del anterior “prime minister” se la jugase en un referendum tan mal enfocado pero los intereses mayores lo están en esos estados al otro lado del charco que andan jugueteando con el mundo y con algún jugador más que entra en la partida y parece que están intentando liarla parda de nuevo. Es lo que tiene ensalzar hasta cotas de alta responsabilidad política a imberbes intelectuales, mediocres neuronales que es lo que prolifera últimamente en el orbe para desgracia de todos nosotros y del mundo. La tal señora May no me puede caer peor, cada vez que la veo me recuerda a la Thatcher; qué desgracia que cada mujer que ostenta un puesto de poder lo haga tal mal o peor que un hombre, para eso mejor que se abstengan si no van a mejorar este mundo. No sé si me apetece imaginarme este mundo un poco más adelante. Lo lamento por mi hija y por los hijos e hijas de todos los demás que tendrán que sufrir a esta caterva.

    Y Dios, qué se cuenta Dios de todo esto que nos toca vivir. Y eso que comparado con África, Asia, Oriente medio y lo que está involucionando en América latina, nos podemos dar con un canto en los dientes. Lo dicho, Dios debería decir algo al respecto, un buen diluvio (ya está en ello pero donde no debe y afectando a quien no debe -debería afinar el tiro-), tú que eres su intermediario dale un toque que parece que estn sordo y desorientado.

    Bueno, hasta aquí.

    Besos

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  2. No hables mal de las mujeres que te van a tachar de machista. Yo evito ciertos pronunciamientos porque hay batallas que ni voy a ganar ni me merecen la pena. Fíjate la que se ha liado con el asunto de las piernas… ¡Cómo voy a decir que a mí me gusta ver faldas por debajo de las rodillas! Pues, mejor me callo y suspiro…

    Mejor que no, que esté calladito, pero no ausente. Y allá cada cual, porque quien no es capaz de hacer las cosas bien para sentirse digno y dormir tranquilo, tampoco lo hará aunque le hablaran todos los seres de ultratumba.

    Ya ves, muchos súbditos de UK votaron lo que votaron al grito de ¡Por Dios y la Reina!. Y a continuación sonó en las marciales gaitas el Amazing Grace. ¡Menuda gracia! Y se pusieron de birra hasta las cejas. ¡Amazing true!

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