Tiempo para meditar



Esta mañana Gumi se libró del collar y se fue a su bola entre los pinos. Durante bastante tiempo no se alejó, incluso se acercaba lo suficiente como para que no le pudiera echar mano. Ya te cogeré, me dije. Pero no. Y en un momento dado, se perdió en el bosque de encinas que hay en medio del pinar. No volvió y tampoco pudimos esperarlo. Volví a media mañana, y armado de santa paciencia y con el kindle entre las manos, comencé a caminar al tiempo que rezaba maitines. La primera lectura, muy apropiada al momento, no me desanimó a pesar de su “consistencia”. Esta es:
Luego me dije: «Voy a probar con la alegría y a gozar de los placeres». Pero también esto resultó puro vacío. Llamé a la risa «locura», y dije de la alegría: «¿Qué se consigue?». Exploré atentamente, guiado por mi mente con destreza: traté mi cuerpo con vino, me di a la frivolidad, para averiguar cómo puede el hombre disfrutar durante los contados días de su vida bajo el cielo.
 Me puse a examinar la sabiduría, la locura y la necedad. ¿Qué hará el hombre que me suceda como rey? Sin duda lo que otros ya han hecho. Así observé que la sabiduría es más provechosa que la necedad, como la luz aprovecha más que las tinieblas.
 El sabio lleva los ojos puestos en la cabeza, pero el necio camina en tinieblas.
Si, pero comprendí que una suerte común les toca a todos. Así que me dije: «La suerte del necio será mi suerte: ¿qué saqué en limpio siendo tan sabio?». Y concluí que hasta eso mismo era vanidad. En realidad, nadie se acordará jamás del necio ni del sabio, ya que en los años venideros todo se olvidará. ¡Tanto el sabio como el necio morirán! Y así aborrecí la vida, pues encontré malo todo lo que se hace bajo el sol; que todo es vanidad y caza de viento.
 Y aborrecí todo el trabajo con el que me fatigo bajo el sol, pues se lo tengo que dejar a un sucesor. ¿Y quién sabe si será sabio o necio? Él heredará lo que me costó tanta fatiga y sabiduría bajo el sol. También esto es vanidad. Y acabé por desengañarme de todos mis trabajos y fatigas bajo el sol. Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave dolencia. Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? De día su tarea es sufrir y penar; de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.
 El único bien del hombre es comer y beber, y regalarse en medio de sus fatigas. Pero he visto que aun esto es don de Dios, pues ¿quién come y goza sin su permiso? Al hombre que le agrada le concede sabiduría, ciencia y alegría; al pecador le proporciona la tarea de juntar y acumular, para dejárselo después a quien agrada a Dios. También esto es vanidad y caza de viento. (Eclesiastés 2, 1-3. 12-26)
Y al tiempo que leía y rezaba me acordaba de ti, Camino, y de muchas cosas que vivimos. Terminé maitines y luego laudes. Entonces a mi grito apareció Gumi y no sin alguna resistencia pude engancharlo. De vuelta con el ramal en la mano, sin prisas porque la mañana ya estaba destrozada, pensé en lo de vanidad y calculé a bulto quiénes nos juntaríamos por la tarde, y no logré una cantidad suficiente. Hace cinco años no cabíamos todos dentro. Hoy estaremos en familia. No hay vanidad que valga cuando las cosas en común son importantes.

1 comentario:

  1. Está claro que Gumi ansía ser libre por algún tiempo pero luego vuelve al redil.

    Nunca hubiera pensado que en el pinar se te ocurriera rezar maitines, aunque creo que alguna otra vez ya lo has contado. Me parece un poco surrealista pero, por otro lado, mejor sitio que el monte, pinar o campo en general, para rezar no hay, salvo la iglesia, claro.

    Y con esto ¡me he puesto al día en la lectura de tus entradas!. Ta,ta, ta, chán!!!!


    Besos

    Bueno, lo del CAPTCHA es lo más!!!!!

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