Las ánforas con el aceite dispuestas para la ceremonia |
La mesa de reparto, también dispuesta |
Presentación de los óleos |
Bendición del öleo de los Enfermos |
Señor Dios, Padre de todo consuelo,
que, has querido sanar las dolencias de los enfermos
por medio de tu Hijo:
escucha con amor la oración de nuestra fe
y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Paráclito
sobre este óleo.
Tú que has hecho que el leño verde del olivo
produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo,
enriquece con tu bendición + este óleo
para que cuantos sean ungidos con él
sientan en cuerpo y alma tu divina protección
y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores.
Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros
óleo santo, en nombre de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición del öleo de los Catecúmenos |
Señor Dios, fuerza y defensa de tu pueblo,
que has hecho del aceite un símbolo de vigor,
dígnate bendecir + este óleo
y concede tu fortaleza
a los catecúmenos que han de ser ungidos con él,
para que, al aumentar en ellos
el conocimiento de la realidades divinas
y la valentía en el combate de la fe,
vivan más hondamente el Evangelio de Cristo,
emprendan animosos la tarea cristiana,
y, admitidos entre tus hijos de adopción,
gocen de la alegría de sentirse renacidos
y de formar parte de la Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Consagración del Santo Crisma |
Señor Dios, autor de todo crecimiento
y de todo progreso espiritual:
recibe complacido la acción de gracias
que gozosamente, por nuestro medio,
te dirige la Iglesia.
Al principio del mundo,
tu mandaste que de la tierra brotasen árboles
que dieran fruto,
y, entre ellos, el olivo
que ahora nos suministra el aceite
con el que hemos preparado el santo crisma.
Ya David, en los tiempos antiguos,
previendo con espíritu profético
los sacramentos que tu amor instituiría
en favor de los hombres,
nos invitaba a ungir nuestros rostros con óleo
en señal de alegría.
También, cuando en los días del diluvio
las aguas purificaron de pecado la tierra,
una paloma, signo de la gracia futura,
anunció con un ramo de olivo
la restauración de la paz entre los hombres.
Y en los últimos tiempos,
el símbolo de la unción alcanzó su plenitud:
después que el agua bautismal lava los pecados,
el óleo santo consagra nuestros cuerpos
y da paz y alegría a nuestros rostros.
Por eso, Señor, tú mandaste a tu siervo Moisés
que tras purificar en el agua a su hermano Aarón,
lo consagrase sacerdote con la unción de este óleo.
Todavía alcanzó la unción mayor grandeza
cuando tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
después de ser bautizado por Juan en el Jordán,
recibió el Espíritu Santo en forma de paloma
y se oyó tu voz declarando
que él era tu Hijo, el Amado,
en quien te complacías plenamente.
De este modo se hizo manifiesto
que David ya hablaba de Cristo cuando dijo:
"El Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros".
A la vista de tantas maravillas
te pedimos, Señor,
que te dignes santificar con tu bendición + este óleo,
y que, con la cooperación de Cristo, tu Hijo,
de cuyo nombre le viene a este óleo el nombre de crisma,
le infundas en él la fuerza del Espíritu Santo
con la que ungiste a los sacerdotes, reyes, profetas y mártires
y hagas que este crisma
sea un sacramento de la plenitud de la vida cristiana
para todos que van a ser renovados
por el baño espiritual del bautismo;
haz que los consagrados por esta unción,
libres del pecado en que nacieron,
y convertidos en templo de tu divina presencia
exhalen el perfume de una vida santa;
que fieles al sentido de la unción,
vivan su condición de reyes, sacerdotes y profetas
y que este óleo sea
para cuantos renazcan del agua y del Espíritu Santo,
crisma de salvación,
les haga partícipes de la vida eterna
y herederos de la gloria celestial.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Reparto de los Santos öleos |
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