San Joaquín, la Virgen Niña y Santa Ana. Círculo de Pedro Roldán, 1670. Iglesia de Nuestra Señora de la O, Sevilla |
Los datos a los que he tenido acceso no me permiten datar como verídico
que Joaquín y Ana, padres de María de Nazaret, ejercieran como abuelo y abuela.
Los textos evangélicos describen a la joven María pariendo con la ayuda de
José, estando ausentes otros parientes. Este silencio respecto de los abuelos
de Jesús no ha sido óbice para que en la plástica piadosa y artística aparezcan,
desde tiempos verdaderamente antiguos, frescos, iconos, relieves, cuadros y
tallas que representen a esta sagrada familia extendida. Puesto que el
documento más fiable, el protoevangelio de Mateo, apócrifo por cierto, presenta
a los padres de María ya ancianos y sin descendencia, es poco posible que
llegaran a conocer a su nieto, Jesús, el de María. Ver y creer.
No obstante lo anterior, Jesús tuvo abuelos. Se llamaran los maternos Joaquín
y Ana poco importa, aunque no haya por qué discutirlo y resulte mucho mejor
darlo por bueno. Pero es más que probable que éstos no llegaran a conocerlo. Lo
mismo se puede decir de los paternos, de quienes sólo conocemos al padre de
José, de nombre Jacob, si hacemos caso a Mateo, Helí si nos fiamos de Lucas.
Menos interesante que especular, pero mucho más práctico, es atender a
lo que propone el padre Ángel, de Mensajeros de la Paz. Lleva algunos años
intentando que se le haga caso y se institucionalice tanto en España como en el
resto del mundo el Día de los abuelos. Alega unas razones que es muy fácil
suscribir, incluso añadiendo unas cuantas más. Las suyas son éstas:
· Los valores
humanos como el respeto y el cariño hacia nuestros mayores son algo importante
y connatural a nuestra sociedad.
· La figura
de los padres de nuestros padres está presente en la cercanía-lejanía de
nuestra infancia. Nuestros abuelos son punto de referencia de nuestros primeros
actos de toma de nuestra conciencia, nuestros primeros pasos, nuestros primeros
juegos, nuestras primeras desobediencias, nuestras primeras alegrías, nuestros
primeros castigos, nuestros primeros cumpleaños y tantas y tantas sensaciones
más.
· Las nuevas
generaciones conocen a sus bisabuelos, muchas veces en residencias, y a sus
abuelos, detectando cada vez más ayuda y cariño hacia ellos. Se preocupan tanto
o más que los padres.
· Nuestros
padres, muchas veces a causa de sus trabajos, encomiendan a los abuelos el
cuidado de los niños, el levantarles, llevarles y recogerles del colegio, el
darles de comer o de merendar, etc.
· Infinidad
de veces hacen las funciones de padres con todo el amor y dedicación, para ir
educando a sus nietos con la ternura que se merecen, a fin de que descubran la
vida sin traumas y sin complejos, ayudándoles en todo lo que pueden, mejorando
incluso, en aquellas cosas que saben por experiencia que han de dar de otra
manera, acordándose de errores que tuvieron con sus propios hijos.
El día 26 de julio, puede ser un
gran día. La tradición cristiana celebra la festividad de San Joaquín y Santa
Ana, los padres de la Santísima Virgen María, Madre de Jesucristo, por tanto
los abuelos del Niño Jesús. Esta festividad puede convertirse en un día muy
bonito para celebrar toda la familia unida la fiesta de los abuelos.
Podemos convertir el día 26 de
julio en la fiesta del agradecimiento: gracias a nuestros abuelos vinieron a la
vida nuestros padres. Gracias a ellos nosotros hemos vivido muchas cosas.
Dice
muchas más cosas y ninguna tiene desperdicio. Para seguir leyendo…
En mi opinión estamos en un momento crucial, y se trata de aprovechar
una oportunidad que tal vez no vuelva a darse. Con padres iniciándose tan tarde,
los abuelos van a parecer bisabuelos, y los nietos se verán privados no
tardando de los mimos, cuidados y “debilidades” que sólo las personas mayores saben
ejercer. El mejor homenaje sería hacer abuelos más jóvenes, lo cual implica papás
menos carrozas. ¿Quién se anima?
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