Así es Tano, un perro que ha llegado a esta casa en plan de acogimiento
familiar, que está a punto de cumplir once meses, y que pertenece a una raza
dicen que muy estimada como mascota por sus cualidades de convivencia.
Tano debe estar loco, o yo no entiendo nada. Tanto si le atuso como si
le llevo de paseo, si le ofrezco una galleta o intento desenredarle algún nudo
de su abundante pelambrera, él tira a morder mi mano tanto como trata de hincar
el diente en su rabo. Ya digo, le dan como venadas.
Bien. Una vez puesto el título de este apunte, y apuntado un principio
de explicación del mismo, ahora paso a hablar del asunto que interesa. El día
internacional de la mujer que se celebra hoy.
Esta mañana he añadido una petición a las ya escritas de lo que llamamos
en la liturgia eucarística Oración de los fieles, que se reza tras el Credo y
justo antes del Ofertorio. La he improvisado, me ha salido fatal y decía poco
más o menos así: Esta petición debería
hacerla una mujer, pero como quizás no haya voluntarias, me atrevo yo. Es un
honor celebrar un día dedicado a la Mujer; pero es también para nuestro
escarnio que tengamos que hacerlo en las circunstancias en que tantas mujeres
en tantas partes del mundo viven, sin dignidad, sin derechos, sin presente ni
futuro, sin cultura, sin acceso a la sanidad y con todas las cargas que uno
pueda imaginar. Ojala algún día todas las mujeres gocen en plenitud e igualdad
de condiciones de lo que les corresponde como seres humanos.
Ahora, al tratar de recordarla y reconstruirla, la he mejorado un
poquito, pero en vivo y en directo me sonó muy mal. Aún así, la asamblea
entendió y respondió orando.
Luego he estado pensando que algo debería escribir en este blog. Incluso
pensé en titularlo “Bendito entre todas las mujeres, porque en esta parroquia
salvo servidor y R, catequista,
todas son mujeres. En Acción Caritativa, en Catequesis, en Limpieza, en
Actividades de Tiempo Libre, en la Liturgia…
Uno casi está por afirmar que la Iglesia son las mujeres que la hacen
funcionar, que nunca se desaniman, que tapan cualquier agujero, que asisten así
caigan chuzos de punta, que aguantan carros y carretas, que sufren y disculpan
la desgana de los suyos, y pasan por alto los abusos de poder y las manías
consentidas del clero.
Ellas son tenidas en cuenta, pero no cuentan. O al revés, cuentan en
número, y poco más.
Estoy por afirmar que se trata de una aberración que la Iglesia ha
importado de la sociedad a través de la historia. Que no pertenece a sus
orígenes y que desde luego no es evangélico.
Claro que si así sucede dentro de ella, fuera está el asunto mucho peor.
Incluidos los países más desarrollados, todos sin excepción marcan diferencias
en contra del sexo femenino que debieran hacernos pensar si tenemos futuro como
especie.
Sueño con el día en que todas las mujeres del planeta se pongan de
acuerdo y levanten la cabeza. Todo empezará a ser diferente. Completamente
nuevo.
Mientras tanto, como Tano, –este shih tzu insignificante que lleva
tantas consonantes impronunciables y completamente inútiles–, mordemos la mano
que nos da el alimento.
Con Tano acurrucado entre mis pies, transcribo los últimos versos del
poema de Jenny Londoño “Reencarnaciones”, también conocido como “Vengo desde el
ayer”, como propuesta de una meta que hemos de alcanzar sí o sí, tan pronto como
nos sea posible:
A derrotar el
odio y los prejuicios,
el poder de unos pocos,
las mezquinas fronteras,
a amasar con las manos de ambos sexos
el pan de la existencia.
el poder de unos pocos,
las mezquinas fronteras,
a amasar con las manos de ambos sexos
el pan de la existencia.
Espero y deseo que Tano crezca sano y aprenda de Luna, mi preciosa teckel,
buenos modales y comportamiento igualitario. Fidelidad ya sería demasiado pedir.
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