Hasta que la muerte nos separe


Son macho y hembra, pero ignoro si forman pareja. Aún no sé quién es quién, pero desde ahora son Codorniz M y Codorniz H. Han llegado como tantos otros seres vivos a esta casa, a la fuerza. La necesidad. Otros desahuciados.
De momento están ahí. Ya se verá si requieren más espacio y otra situación. Tienen lo justito: comida, bebida, luz y tranquilidad.
Ojala esto tan justito fuera común y generalizado. Y duradero.
¿Me estaré volviendo majara?
Pero no. También papa Francisco, a lo que se dice por ahí, está indicando que lo suyo, –y lo nuestro con él–, no es para siempre. Que sólo por un tiempito. A lo más cuatro o cinco años. Y ya lleva dos.
Ni Codorniz M ni Codorniz H tienen sus días asegurados. Durarán lo que duren. Como todo lo demás.
Bien dio a entender Codorniz que esto puede acabar en cualquier momento, y sin avisar.

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