Volvemos del paseo antes de que entren al cole, aunque algunos y algunas
ya llevan dentro casi una hora, son los “madrugadores”. Van directamente al gimnasio y se les ve
darle al balón y correrse unos a otros. Entre libros, cuadernos y rotuladores
pasarán toda la mañana a las órdenes de alguien que les guiará de una actividad
a otra hasta la hora de comer. No parece que nada ni nadie los inquiete, y
viven confiados en que lo que
venga será igual o mejor.
Nada que ver con lo que están pasando en estos mismos momentos otros
niños y otras niñas, en algunos rincones del planeta, de su misma edad pero
diferente condición. Niños y niñas soldados. Sólo pronunciar la frase
sobresalta. Infantes de ambos sexos con armas en las manos en vez de papel
y lápiz; odio en la mirada por curiosidad y sorpresa; rencor del
corazón donde debería haber alegría e ingenuidad. Miedo transformado en belicosidad.
Obediencia ciega, no libertad y creatividad.
Hoy es el Día Internacional contra la Utilización de los Niños Soldado.
No servirá para gran cosa, porque ellos y ellas seguirán allí, sujetos a
sus captores, y nosotros aquí, lamentándonos de lo mal que está el mundo.
Alrededor de 300.000 niños y niñas son utilizados en
guerras de todo el mundo como soldados. “Una cifra difícil de calcular, que
no disminuye en tanto que los conflictos en el mundo tampoco lo hacen”, explica
Ana Muñoz, portavoz de Misiones Salesianas.
Todas y todos algún recuerdo malo guardamos de la infancia. Pecata
minuta. Son muchos más los buenos, que de vez en cuando traemos al presente y
con ellos disfrutamos.
Meritoria labor la de quienes rescatan a estos niños y niñas y consiguen
hacerles volver del infierno, aunque no recuperar el tiempo perdido.
¡Que no pierdan el ánimo!
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