Cuando los dineros venían de Europa en forma de pesetas, no había límites
a la construcción de polideportivos, piscinas y frontones. En medio de una era,
un merendero. En lo alto de un cerro, un obelisco. En lo hondo de un valle, un
museo etnográfico. Y así, en plan. No había pueblo, villa y villorrio que no
tuviera alguna cosa subvencionada con el monis de allende los pirineos.
En mi ciudad se construyeron piscinas, once, porque la única que había
era claramente insuficiente. Todas municipales. Algo vendría también del allá
europeo.
Luego, con la bonanza, fueron surgiendo complejos particulares, tipo
club, y, como aquí somos tan dados a lo privado, la gente emigró, porque además
de bar, tenían bailes de salón, sauna, gimnasio y protasio. En fin, que cuando
yo me volví a la natación me encontré unas piscinas públicas muy elegantes,
pero poco concurridas.
Ni que decir que el calor dentro y fuera, estaba en lo suficiente. Abusábamos
del agua en las duchas, y había hasta quien en lugar de nadar, se pasaba el
rato entero bajo el chorro, a la vista de usuarios y funcionarios.
Ha llegado la crisis, tiempo ha. Y como no da para todo, fueron cerrándose
piscinas, o reduciéndose el horario. Así, el domingo por la tarde, sólo hay una
disponible.
Antes de Navidad, nadie sabe dar la razón, el agua empezó a estar fría.
De 27, 8 pasó a 26, 5. Y empezamos a tener que nadar con los dientes apretados.
Esta es la fecha en que, a cinco bajo cero, tenemos que sumergirnos a 27, 2 y
estar contentos.
Sí, que se lo digan a los indigentes de San Sebastián. Han pasado las
dos peores noches del año al raso, a pesar de contar con un albergue diseñado y
construido para estas situaciones.
Que no saltó el automático y no se abrió la puerta. Que el encargado se
descuidó y entendió que no era para tanto. Que… en fin, total la gente se queja
por un quítame esas pajas.
Yo tengo decidido nadar, aunque tenga que entrar por una ventana y
llevar guantes, calcetines y gorro polares. Pero lo de Donosti no tiene nombre.
Mejor dicho, sí. Pero no quiero escribirlo.
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