Hasta en la sopa


No puedo negar que sentí curiosidad la primera vez que lo vi y lo escuché. He de reconocer que metí su papela en una urna, harto de no saber qué otra cosa echar en el cajón en las últimas elecciones. Incluso me he pasado buenos ratos viendo cómo  ponía en ebullición algunos debates televisivos.
Pero que me acueste con él, con él levante y que a la hora de comer ahí siga estando… es demasiado para el cuerpo.
Ardo en deseos de leer su programa-programa. Porque ideas veo que no le faltan. Hechos, como diría Cayo, hechos. Y sobre todo, compromiso.
Eso es lo que yo echo en falta en este asunto.

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