Sí, se llama Gumi. Y ponen cara de ¡pues vaya
nombrecito!
Se lo puse porque mi padre tuvo en su juventud
cazadora un lebrel con ese nombre. El mismo que luego asignamos a un pequeñajo
ratonero que nos acompañó durante casi veinte años a la familia velasco
serrano. Ahora lo lleva él, y responde bastante adecuadamente a su carácter
particular, juguetón y noblote.
Ahora me entero de que tal palabra no es invención de
mi papá. Existe desde hace demasiado tiempo como para recordar la fecha en que
se pronunció por primera vez. Una ciudad lo lleva. Se trata de 구미시. Es coreana, y corresponde a la
provincia de Gyeongsang del Norte al suroeste de la república de Corea del Sur.
Está ubicada al sur de Seúl, a unos 200 km y a 37 km al noreste de Daegu pasando
el Río Nakdong. Su área es de 616,31 km2 (50% bosque) y su población
total es de 405.000 habitantes.
Ahí es moco de pavo. En las enciclopedias se dice
mucho y variado sobre este lugar, cuya historia parece que ha quedado
obnubilada por la presencia de la omnipotente Samsung, que todo lo abarca y
mucho controla.
El caso es que sabemos casi nada de todo, e ignoramos
más de lo que solemos reconocer. Vaya esto a propósito de mi compa, Gumi, cuyo
nombre le fue impuesto. Y va también por papa Francisco y su presencia, ayer,
en Estrasburgo. Bien recibido por la casi totalidad del hemiciclo, fue
ninguneado por seis eurodiputados, españoles, que pretenden posicionarse en la
izquierda más izquierda. Pues qué bien.
Supongo yo que dejarán más veces su asiento libre, porque
no trillen con quien visita aquel sagrado lugar. Digo esto porque los lugares
muy especiales siempre han sido mirados con respeto y considerados “aparte”, diferentes, distintos, singulares, de la vulgaridad en la que
nos movemos los humanos, animales, vegetales y rocas incluidos.
Llámame mucho la atención el acento que tan magna y
excelsa asamblea puso a algunas de sus frases y pensamientos. Todas ellas eran
citas, y la que más se repite, esa de el Mediterráneo como cementerio es tan
vieja como la tos. La que ahora padezco por culpa de un mal catarro.
El caso es que pareciera que los ñores/ñoras
representantes de la ciudadanía europea carecieran de ideas y estuvieran
esperando que llegara Francisco papa para caer en la cuenta de que ellos allí
están para algo más que sumar euros y viajar en bussisnes.
Mucho brillo en el inmueble. Demasiado. Y demasiado pote en las personas. Excesivo. Y poca historia en sus cabezas. Gumi, de Corea de Sur, existe desde mucho antes de que allí naciera Park Chung-hee y de que Samsung decidiera fabricar televisores.
¡Ay si los señores Konrad Adenauer, Jean Monnet, Winston Churchill, Robert Schuman, Alcide de Gasperi, Paul-Henri Spaak, Walter Hallstein y Altiero Spinelli
levantaran la cabeza!
Pues sí, si los padres de Europa levantaran la cabeza dirían ¿"qué mierda es esta a la que llaman parlamento y Europa?" ¿De dónde han salido tantos mierdecillas? . Bueno, pues esta es la cosecha que las políticas neoliberales y la que la desaparición de los bloques ha dado como consecuencia. Un dolor.
ResponderEliminarLos de IU o EU o como quieran llamarse (dedican tanto tiempo a la nomenclatura que se les agota para el estudio y el buen juicio), que decidan ausentarse durante la intervención del papa Francisco no es más que una estupidez, un brindis al sol, un intento de demostrar que son más rojos que nadie (¡vaya falacia más evidente!), se pasan la vida haciendo gestos que luego no se concretan en propuestas o, por lo menos, no se notan en absoluto. ¡Qué van a ser de izquierda más izquierda!, por ausentarse y no escuchar al papa no son más que maleducados, eso es todo. Espero que cuando aparezca la Merkel la abucheen y se vayan, eso sí sería un buen gesto, puestos a lanzar soflamas y tontás esa sí sería relevante.
Oye, Míguel, ese catarro, cúralo. Es que los madrugones y paseos por el pinar y tanto nadar con este tiempo tan cambiante puede ser fatal. Leche con miel y esos remedios que tú ya te sabes. Y no salgas de casa si es que puedes porque con los perritos a ver quién es el guapo que se resiste a no sacarlos. Pero creo que algún/a buen vecino/a podrían sustituirte por unos días ¿no?.
Besos
Julia querida, mi catarro no tiene nada que ver con los paseos por el campo o mis inmersiones en la piscina municipal. Es mucho más prosaico y simple que todo eso: me pasé un buen rato almorzando sobre un banco de cemento a la puerta del ambulatorio, y mientras veía a la gente ir y venir a la carrera, ¡qué prisa tenemos todos!, no me percaté de que el cemento me helaba no sólo las ilustres posaderas, sino más arriba, donde debieran residir las ilustraciones. Por la tarde ya tenía mormera y a la mañana siguiente, ronquera. Pero esto se cura con poco.
ResponderEliminarNo así la ronquera parlamentaria de aquí, España, y de allá, Europa, que necesita alguna pócima maravillosa para resurgir de sus propias cenizas. Como no pasen del “y tú más”, ni podemos nos saca del abismo.