Por necesidades de guión, hoy el paseo mañanero ha discurrido por la
zona este de la ciudad. Habré pasado por el borde miles de veces, siempre
corriendo, de un lado a otro de la urbe. En coche, siempre por esa parte en coche,
que para bici queda muy a trasmano.
Esta vez ha sido a paso lento, el que marcaban Gumi y Berto, que
descubrían nuevos aromas y rincones atractivos.
Sin ruido de coches, en una densa penumbra a pesar del solazo que ya
desde muy pronto nos agobiaba, con algún que otro paseante, y gente que bajaba
con prisas a hacer gestiones.
Curiosamente pocos subían; se conoce que al hospital se va en vehículo a
motor, para lo cual debe rodearse todo este amplio parque.
Ha sido muy placentero. Una auténtica isla de frescura y recogimiento.
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