Se me ocurrió pensar…






… si este templo tan imponente es, o podría ser, lugar idóneo para una boda.
Conforme me iba aproximando, más me parecía fortaleza que lugar de devoción. Esa torre tan rotunda asoma por encima del caserío de un pueblo a orillas del Duero, en las proximidades de Valladolid. Desde ese mismo momento me comprometí a informarme lo más que pudiera, y esto he encontrado:

A unos 25 km de Valladolid, en el tramo de la carretera nacional, Valladolid-Medina del Campo, se toma el primer desvío a la izquierda una vez pasado el de Villamarciel. A tan sólo unos 3 km se encuentra San Miguel del Pino.
La localidad se ubicó a orillas del río Duero, en su ribera o margen derecha, para aprovechar la fertilidad que propician sus aguas. La población ha sufrido en multitud de ocasiones a lo largo de su historia, y dada su cercanía al curso fluvial, varias inundaciones más o menos catastróficas que afectaron seriamente a la estructura de su iglesia parroquial.
El antiguo nombre de esta localidad era San Miguel de Malvavisco, y así aparecía en la bula con la que el papa Pascual II confirmaba donaciones y límites a la iglesia de Palencia en 1116. Aunque éste es el primer documento conservado, la población debía de existir con anterioridad.
En 1157 Alfonso VII donó el lugar a la Orden de San Juan de Jerusalén. San Miguel se convirtió así en el centro de una encomienda o bailía de la Orden, ésta poseía no sólo el señorío sobre la localidad sino la propiedad de la iglesia y algunas heredades.
En torno a 1300 la aldea estaba ya en el radio de acción del pujante concejo de Tordesillas. Cuando, en 1325, Alfonso XI otorgó un privilegio, eximiendo a dicha villa y sus aldeas de todo pecho, salvo yantar y moneda forera, San Miguel se contará entre los beneficiados.
La aldea debió de pasar a poder de doña Leonor de Guzmán, amante de Alfonso XI. A pesar de que no fue reina, recibió algunas villas entre las cuales se contaba Tordesillas, lo que sin duda la llevó a interesarse por las aldeas de su entorno, obteniendo algunas de ellas. A su muerte gran parte de sus bienes pasaron a la reina, San Miguel entre ellos. Así se explica lo contenido en el Libro Becerro de las Behetrías elaborado en 1352: el lugar pertenecía a la reina.
En 1363 la infanta doña Beatriz funda el monasterio de Santa Clara de Tordesillas y señala, como parte de la dotación inicial, la bailía de San Miguel del Pino. La confirmación por Pedro I de los deseos de su hija da fuerza a esta fundación, que se mantienen en la actualidad. A partir de este momento las religiosas realizaron numerosas adquisiciones de bienes raíces en la aldea. Avanzando el siglo XV, las religiosas siguieron adquiriendo bienes en San Miguel, redondeando y asegurando sus propiedades.
La iglesia llama la atención por su extraña y confusa apariencia externa, con cierto aire de fortaleza, sensación que aumenta su aparejo pétreo de grandes sillares irregulares. Con planta de cruz griega de nueve tramos inscritos en un rectángulo.
Al exterior ofrece una interesante fachada occidental en la que se abre una portada apuntada con tres nichos funerarios o arcosolios de medio punto a cada lado. Fachada en cuya parte superior aparecen pequeños óculos de ladrillo que iluminan el interior del templo, el central tapiado con ladrillo. Una lectura detenida del paramento hace ver cómo en un principio este hastial occidental se remataba a piñón y posteriormente se igualó su altura, ya que los ángulos -que reflejan todavía la caída de la vertiente de la primitiva fachada- aparecen rellenos de un mampuesto de peor calidad. Transformación que afectó al rosetón que se abría sobre la portada, actualmente mutilado en su desarrollo superior, relleno de ladrillo y perforado por un pequeño óculo.
Sobresaliendo sobre las cubiertas se alza una torre que al exterior se divide en dos cuerpos mediante una simple moldura. En el segundo, arrancando de la moldura, aparecen vanos geminados y ligeramente apuntados (algunos desaparecidos) y sobre estos, grandes troneras de medio punto para las campanas.
Se trata de un edificio ciertamente tardío que, salvo los añadidos posteriores y transformaciones sufridas en épocas posteriores (sobre todo a partir del siglo XVII) pertenece ya a principios del siglo XIII. Su actual pesadez estructural y su aire de fortaleza parecen confirmar la pertenencia del edificio a alguna de las órdenes militares que deambularon por territorio castellano en aquellos momentos.
La portada embutida en el muro de la fachada occidental presenta triple arquivolta apuntada lisa, sin ningún tipo de decoración. Ausencia ornamental que también caracteriza los nichos que flanquean la portada.
(Tomado sin los debidos permisos, –pero sin ánimo de ofender–, de Jesús rabiespierre, en https://www.flickr.com/photos/rabiespierre/7461788380/)

Ya estaba prácticamente convencido de que iba a resultar una encerrona, cuando encontré esta otra foto:
Y caí rendido. Es, con toda seguridad, un marco insuperable.
Lo que suceda a partir de ahora no puede sino resultar un magnífico acontecimiento.
Seguiré informando.

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