Que dicen las de los
pequeños que ese montaje de La visita inesperada en muy antiguo, que si no
habrá algo más moderno. Y como dicen que en la cocina hay que estar a
disposición de los comensales y satisfacer los gustos de los que pagan, el
“¡oído cocina!” salió de natural.
Anduve un ratejo
buscando algo aprovechable por la red, porque ir al centro a ver si las de San
Pablo tienen material nuevo lleva su tiempo y me da pereza. Enseguida merqué un
pps bastante decentito. Pero claro, un pps necesita el ordenador, y supone
demasiado rollo llevarlo y traerlo para catequesis. ¿Habrá alguna manera de
trasformarlo en vídeo? Vuelta a la red a preguntar. Encontré respuestas, pero
ninguna válida. La que no suprimía la música, hacía la imagen muy pequeña, o
muy ancha, o muy alta. Así que tras varias pruebas, me puse a utilizar mis
conocimientos y mis herramientas.
Extraje cada
fotograma con Instantánea y los pasé a ciff. Los introduje en iPhoto y desde
allí los capturé desde iMovie. Medí el tiempo de cada fotograma y me puse a la
labor de grabar el texto, para que no tuvieran que leerlo las catequistas en
cada sesión.
Si yo carezco de voz
apropiada, no digo nada de las nulas condiciones que mi casa ofrece para
realizar una grabación de sonido decente en horas “lectivas”. Cuando no suena
un claxon en la calle, es mi vecino que le grita a su señora, o es el timbre
avisando que llega el cartero, o es la urraca del jardín que conversa con su
pareja, o es el viento que golpea el portón de entrada, o son las señoras que
salen de actividades, o alguien que pregunta por el cura, o la de enfrente que
si la echo una mano con su ordenador… En fin, un sinvivir. Cada poco cortar,
borrar y volver a empezar.
Y luego, para
rematar, dar con una pieza musical que sirva de fondo, ajustándola a los
pasajes de voz, de manera que se escuchen ambos sin anularse ni interferirse.
Por fin, tras auditar
repetidamente el resultado, por activa y por pasiva, este vídeo de apenas 8:20
minutos de duración, ha quedado concluido en horas 24. Exactamente veinticuatro
horas. Un día completo.
Claro que ha sido a
ratos en el marco de la actividad diaria, porque en este santo lugar las cosas
siguen su curso, y nada de nada se deja sin hacer. Ahora sólo falta que a las
catequistas les parezca bien el resultado. Eso espero, por mi bien.
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