Samuel Langhorne Clemens, alias Mark Twain: «Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas» |
Hay cosas útiles, y
trastos inútiles. Las que sirven, si no para todo al menos para algo, son
aprovechables. Las que no valen para nada, esas son las importantes. Por
ejemplo, la estadística. Se trata de la ciencia que dice que si tú tienes en el
bolsillo cien euros, míos son cincuenta, aunque ande a las tres menos
cuartillo. Igualmente afirma que si el monte se quema, algo suyo se quema,
señor conde. Y como no podía ser menos, llega a convencerme de que una cosa que
hice el domingo pasado me convierte automáticamente en varón menor de treinta y
cinco años, lo cual me llena de júbilo y me augura un futuro esplendoroso.
Y bien que lo
necesito, porque la estadística también me dice que mi esperanza de vida, dadas
mis circunstancias personales y sociales, es… una exageración medida en años.
Sólo faltaba que tuviera que transitar por ese largo desierto triste y carente
de ilusiones.
Por lo mismo, también
estuve interesado por la final del pasado sábado, y me gasté… eso no lo digo
porque sería descubrirme demasiado. Pero que nadie haga cálculos
irresponsables; exactamente derroché la cantidad en la que está pensando en
birras, desplazamientos y cosas que no hice y ahora están pendientes y a mi
cargo.
Esa ciencia que lo
mismo sirve para un roto que para un descosido; que hay que cursar en Derecho,
en Arquitectura, en Económicas o en Medicina, sí o sí o suspendes; es la misma
que afirma que de aquí a… digamos unos años, todos los curas estarán casados,
porque papa Francisco acaba de abrir la puerta desde lo alto de un avión según
volvía a casa de su viaje a Palestina.
Para llegar a tales
resultados son necesarios diversos y no siempre fáciles cálculos matemáticos.
No se vaya a creer el personal que aquí es sumar y dividir y ya está. No.
Además de la media aritmética, están la media ponderada, la mediana, la moda,
la varianza, la desviación típica, los percentiles, la dispersión, el
coeficiente de Gini, la covarianza y el centro de gravedad. Que si además
tenemos el cuenta la desigualdad de Tchebyschev, el diagrama de caja y la
curtosis, esta ciencia pasa a ser complejo sistema sólo para eruditos de
acertarte la carta astral y hasta tus deseos más íntimos y tus sueños más
profundos.
Yo, qué voy a añadir
en esta hora de la tarde, voy tranquilo a dar cuartelillo a mis amigos Berto y
Gumi, seguro de que estadística en mano me voy a encontrar con todos los perros
y perras de mi barrio y para no tener disgustos he de evitar el acercamiento o
proximidad, dado que son los míos los que tienen “carácter” y buscan pelea; que
los demás están muy bien educados y obedecen dócilmente a sus am@s.
Si eso dice esta
ciencia, no me queda otra. Callar. Amén.
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