A la vuelta del paseo
matutino coincidimos con la entrada en el cole. Nos hemos cruzado con
papás/mamás a la carrera con sus vástagos/as de la mano o vigilándolos/as a
corta distancia. A muchos de ellos/as los/as recuerdo de pequeños/as, yendo al
cole, viniendo a catequesis, saliendo de marcha, montando en el bus que nos
llevaba de excursión o cargados/as con los pertrechos campamentiles. Y también
jugando a lo que fuere en este jardín parroquial ahora vacío y silencioso.
Casi monosílabos en
la generalidad, sin embargo con determinadas personas es casi parada y fonda
porque sobran confianzas y mutuo conocimiento. La parrafada amenaza con entrar
tarde, a pesar del margen de maniobra que tienen autorizado.
Entre tanto la gente
menuda se adelanta y ya está dentro del cercado, que es lo que en realidad
parece ese colegio que tiene visos de redil en medio del asfalto.
Esto y lo otro de
anoche en la piscina, termina de completar el argumento. ¿Tienes ya setenta? Me
espetó Óscar. Aclaré que me aproximo
peligrosamente a los sesenta y seis. Él aún está en los
cuarenta. Sospecho que le preocupa lo que dicen que se avecina.
La negrura del
amanecer me asustó, y salí de casa con gorro de lana, bufanda y paraguas. O
sea, preparado para todo.
Ahora, luce el sol. Y
tengo un día entero para organizarme. Lo primero, ir a por sopa y harina. Nada
de exquisiteces, simple y pura subsistencia.
Me ha gustado este Padre nuestro. Te dejo el enlace:
ResponderEliminarPadre nuestropara que lo escuches.
Besos.