«No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (Mateo 28, 10)



Resultado de estos días, ese montón de ceniza puede resultar engañoso para ojos no avisados. El fuego que la produjo no era destructivo. Voraz sí, como lo es la vida misma. Y controlado, por supuesto. Es la fuerza que produce experiencias como aquella de Emaús, «¿no ardía nuestro corazón?», que trabaja desde el interior aunque sus efectos sean compatibles con la comprobación técnico-científica.
No entiendo por qué se quiere dar por liquidada esta historia. Se trata de un legado recibido sobre un relato que se pasa de boca a oído desde hace demasiado tiempo. Ni siquiera Nietzsche conoció a los primeros relatores. ¿A qué viene ahora hacerle decir que el cristianismo es cosa finita? Si llegó a pensarlo, si lo puso por escrito, si consta como afirmación en alguna de sus obras, ¿no lo haría más bien como crítica a lo que hoy aparenta que como constatación de evidencia? ¿No será más bien lo mismo que expresó Dostoievski por activa, en lugar de hacerlo por pasiva?
No se engañe nadie al contemplar esos ridículos residuos. No valen nada, no demuestran nada, nadie va a reclamarlos.
Lo importante es lo que pasó. Llamarlo viento arrollador, fuego acrisolador, luz cegadora o misterio insondable, no deja de ser simple adjetivación. Hay que mirar más adentro, mucho más allá de meras sensaciones.
Una brisa suave, apenas perceptible, es expresión mucho más aproximada. Una claridad suficiente de amanecer o la calidez confortable de las mantas de mi tierra, se acercan bastante mejor.
Eso mismo es lo que sentía esta mañana al entrar en mi parroquia donde ya estaban esperándome para celebrar la Pascua.
De miedo, nada. Cero al cociente y bajo la cifra siguiente.
La cita es en Galilea, por supuesto. Todo derecho según se mira, no tiene pérdida.
Con la frase que titula este escrito bien podía acabar el texto sagrado, y de hecho para mí, en este versículo del evangelio de Mateo, como cristiano que pretendo ser, está todo lo que entiendo que Jesús me está indicando.
“Las religiones monoteístas evidencian un tipo de miedo religioso, el temor de Dios, y cada una, desde el judaísmo hasta el islam, han desarrollado su particular teología al respecto. Es de destacar que ciertas religiones recurren a adoctrinar en el periodo de aprendizaje infantil con amenazas de sufrimiento infinito y eterno si no se cree en sus postulados y si no se cumplen sus normas. Otras religiones, como el budismo, se fundamentan directamente en la necesidad de evitar el dolor y el sufrimiento, y por tanto, de manera indirecta, tienen una especial relación con el miedo”.
Esto se escribe y publica en la enciclopedia de Internet. Una vez más, alguien debería corregir inexactitudes comúnmente aceptadas, al menos por lo que se refiere a Jesús y al Dios que él nos manifiesta.

1 comentario:

  1. Como cada Pascua de Resurrección tienes la iglesia hecha un primor, qué bonita luce, por lo menos el altar que es lo que se ve en la foto. A disfrutarla.

    Besos

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