Carpe diem


No puedo por menos de colgar la foto. Es el membrillo, que rebosa de flores. De momento es lo que hay, y disfrutarlo. Si allá en octubre resulta que queda en mucho menos o en nada como en 2013, pelillos a la mar. Ahora toca ver y oler. Y es lo que hago.
Como haré dentro de muy poco cuando los lilares, las cuatro variedades, revienten a través de las fragrantes y menudas florecillas.
Va a ser una Pascua florida de verdad la de este año. Y aromatizada.
De un tiempo a esta parte tengo la ligera impresión que pienso mucho menos en el futuro, y me detengo sin prisas en el presente. Dura muy poco, la verdad. En cuanto lo tengo, creo que agarrado, percibo que se me fue. ¡Es que es de resbaladizo!
Ayer noche terminé muy tarde. Aún así me fui con la mochila siquiera a dar unas cuantas brazadas. Cuarto de hora solamente, grité a la socorrista. Anda, anda, nada y sé feliz, me contestó la alegre moza. Conseguí robar al reloj veinte minutos, y no me echaron. No querían hacerlo, y en mi honor, yo solo en la enorme piscina, iluminaron el recinto y me cuidaron con paciencia.
Claro, era su obligación, puede pensar alguien. Sí, y un detalle cariñoso, añado yo.
Hace calor esta noche. Si no lo estropea el nublado que se anuncia, hoy será un buen día. Tal vez vuelva a encontrarme con Héctor y sus tres vástagos camino del colegio. Mira tú si irían contentos que Adrián ni me miró. Noa y Leo sí, y sonrieron. No me extraña, es que es tan bonito su cole… que no lo parece.

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