En la Cena ecológica del Reino, Máximo Cerezo Barredo |
Son luminosos los
misterios que en jueves contempla el rosario, y no sé por qué me los salté
ayer. (Tal vez esté viviendo tiempos algo oscuros, me sugiero, y necesitaba
algo ilusionante). Los inventó el anterior del anterior papa, Juan Pablo II.
Osó modificar la tradición en este punto, dejando otros bien importantes atados
y bien atados. No creo que duren mucho en ese estado, habida cuenta de que
Reino de Dios y nudos gordianos no casan en absoluto. Al tiempo. Yo que él
habría colocado lazadas en su lugar. Sujetan, pero permiten con un simple gesto
deshacer conflictos y recuperar libertad. Pero, claro, esto es otra insensatez
que se me ocurre. Y van…
Uno, en su
ingenuidad, en la que no se ve en solitario, cree aún que son posibles los
imposibles; a pesar de tener enfrente la terca realidad. Predica, predica,
pienso que dicen algunos, cuando me ven insistir, por ejemplo, en que canten,
en que hablen, en que estén; opinar sí opinan, muchos de manera ausente; no vuelven
y ya está; o siguen estando, pero pasivos, meros espectadores. Es que mi niño
no entiende, o no se ve implicado; se aburre. No consigo convencerlo para que
vaya contento. Dice alguna mamá; los papás, suelen encogerse de hombros y, a lo
más, sonríen.
Ahora las cosas deben
ser entretenidas, hay que pasárselo bien para que interesen. La comida, diver;
el cole, diver; los deberes, diver; todo guay del paraguay.
Mientras tanto, se
crean situaciones nuevas al margen de lo organizado. En cada lugar de una manera.
Eso es puro relativismo, concluyen los de siempre. Y desaniman, por si hiciera
falta. Entre estos y los otros, que amedrentan, el personal se asoma pero no se
lanza, no rompe, no se desata. Y ¡ay que ver cómo molan las melenas al viento,
las trenzas deshechas y los pelos revueltos!
Yo sigo impertérrito,
sin ceder al desaliento. Algo surge, de vez en cuando. Y entonces suspiramos
satisfechos.
De repente se cubre
el cielo y te enteras de que, por ejemplo, vuelve la guerra fría, que se ha
mantenido callada en el viejo arcón congelador de la historia. O el osco gesto
de la adusta cara centroeuropea que avisa rechazar a los más pobres, porque
afean y además cuestan dinero. O ves que amenazan con volver los grises y la
orden terminante en medio de la plaza: ¡circulen, disuélvanse!
¡Ay si Gorbachov,
levantara la cabeza!
¿Qué diría Konrad
Adenauer a la Anguela Merkel: gracias por unificar las alemanias o si llego a
saber esto ni dimito ni me muero?
¿Habrá resucitado
Manuel Fraga para gritar que la calle sigue siendo suya?
¡Ahí está lo nuevo!
¡Mirad que se aproxima!
Contentos, sí.
Complicados, también. ¿Implicados? Esa es otra canción.
-yo no sé si tú te entiendes
ResponderEliminar-yo desde luego no entiendo nada
-ni siquiera creo lo hagas a propósito