Y como ya no falto,
soy el 6.220.001º en ver su programa del domingo, aunque en diferido.
Cuando toca reír, río
como el que más.
Cuando toca llorar,
me cuesta, pero termino haciéndolo.
De risa relativamente
fácil, de lágrima no tanto.
Tras visionar desde
su página web Operación Palace debo manifestar que ni me he reído, ni he
llorado.
Casi me cabreo. Que
¿por qué?
Entre otras razones
porque si él aquel día tenía seis años y medio (nació el 21 de julio 1974), yo estaba a
punto de cumplir treinta y tres. Esa diferencia de edad es, en mi opinión,
razón suficiente para demostrar que lo que a él le pudo parecer una gansada de mayores,
yo lo viví con mucho miedo. No (sólo) por mí, que conmigo (casi) no iba aquel
asunto; sino por otras muchas personas que lo sufrieron en sus propias carnes
con la gravedad de temerse lo peor.
Puedo entender por
qué lo ha hecho. Pero no me ha gustado absolutamente nada.
Me refiero a Jordi Évole, y a los
que se han prestado a este jueguecito tan entretenido: Iñaki
Gabilondo, Fernando Ónega y Luis María Ansón; Joaquín Leguina y Jorge Verstrynge; Federico Mayor
Zaragoza y Joseba Azkarraga; Alejandro Rojas Marcos y Andreu Mayayo; Felipe
Alcaraz y José Luis Garci.
Pues no te enfades tanto, pasamos mucho miedo, Bernardo en el sindicato quemando papeles, yo en el hospital en estado de excepción, toda la noche de alerta, Paco el marido de Emi ( la hermana melliza de Ana, y hermanas de Bernardo), en aquel entonces director del periódico Información, estaba en nuestra casa con la radio escuchando cada noticia y en alerta con un walki-talki. Vivía entonces en Alicante y trabajaba en el Hospital de Elche.
ResponderEliminarMal que nos pese no todo lo que contó Jordi, es mentira. Detrás de tanto teatro se coció un buen "sainete", y se sabía que era la única forma de abortar el verdadero golpe.
Ahora ha pasado el tiempo pero continuamos en los 70 ¿crees qué hemos evolucionado algo?.
Solo "algunos ", verdaderos estrategas, sabían que había que ceder para apaciguar los ánimos y quien lo hizo precisamente no fue la derecha, quien cedió fue la izquierda mas comprometida.
Pregunta, pregunta a Julia, ella sabe mucho.
Besos
He dicho "casi", porque en un ejercicio de humor no vale cabrearse del todo. Ayuda mucho eso de reírse de uno mismo. Yo lo hago cada mañana al mirarme en el espejo del pasillo según salgo por la puerta al paseo con Gumi & Berto, ¡qué pinta tengo!
ResponderEliminar¿Evolución? Pues… depende en qué sentido lo preguntes. Ahora corremos más, nos alimentamos peor, hablamos menos, sabemos mucho de cosas que no merecen la pena, y muy poco de nosotros mismos y de nuestra historia. Nadie asume compromisos, o muy poca gente; y de responsabilidades… pues ¡qué quieres que te diga!
Ceder, lo que se dice ceder, con generosidad, no sé en realidad qué cosa sea en esta hora.
A Julia no la pregunto. Que diga ella lo que quiera. Tiene la palabra.
Me voy a podar los tarais y los rosales, que ya es momento.
Besos
Gracias por darme la palabra, Míguel, ya sé que en tu blog siempre la tengo.
ResponderEliminarVaya por delante que soy una fan incondicional -o casi- de Jordi Évole. Me gusta este tipo, sé que a veces peca de una cierta ingenuidad con algunos invitados pero a lo mejor es calculada para no prejuiciar sus reportajes. En lo esencial me parece de los tipos más valientes de nuestro panorama periodístico y televisivo. Dicho esto, diré que no daba crédito en los primeros minutos del programa sobre lo que veía, todo era demasiado chusco, los "representantes" de los partidos políticos no me los creí, el del PCE el primero, el del PSOE el segundo y así sucesivamente. Ansón me pareció, como todo él, de vodevil, el del CSID ni fú ni fá, no me aportaba ninguna razón para creer o no creer, el tipo de la CIA no era ni pelín creíble, me despistaron total y absolutamente Iñaki Gabilondo y Fernando Ónega. Lo de Garci fue la puntilla. No podía ser verdad, esto era una broma, incluso de haber sido verdadero. El relato no me hacía sentir como me sentí aquel 23-F, no sentía el desasosiego ni la incredulidad que me produjo la noticia, que a mi me pilló saliendo del hospital para ir a la reunión del Comité Provincial del PCE que tenía a las 7. Llamé por teléfono para saber si había reunión o no y qué hacer y me fui a casa como se decidió.
Con lo dicho quería expresar mi ambivalencia al relato de Jordi Évole. Por un lado estaban Iñaki y Ónega que me parecen creíbles y fiables y por otro una sensación de que esto no podía haber sido así de ninguna manera y un sentimiento de tranquilidad cuando se desveló definitivamente la verdad. ¡¡Uf, menos mal!! porque haber pasado tanta angustia por los que estaban dentro para que todo fuera un simulacro en diferido (por mi querido Santiago Carrillo el primero; estaba claro que si esos talibanes seguían adelante el primero a quien asesinarían era a él) no era posible. Había detalles sobre las negociaciones previas que no me cuadraban de todas todas. Por más que Felipe Alcaraz contara, yo sabía que el estilo de Santiago no era ese que se decía. El que permaneciera sentado en su sitio, por ejemplo, no era por no "hacer lo pactado", no era así como Santiago procedía incluso en asunto tan aparentemente nimio. Si da su palabra a un pacto de estado, él hubiera cumplido como hizo con los Pactos de la Moncloa a pesar de la bronca interna que generó y que muchos no le perdonaron (ahora están en la derecha o en el PSOE -¡vivir para ver!-). Él nunca se vendió, sí pactó en aras de un bien superior, la democracia y la libertad, aunque sea esta que tenemos. La correlación de fuerzas dentro y fuera de España era la que era y los que estábamos perdiendo, una vez más, éramos la clase trabajadora, los asalariados. Suárez lo hizo bien y Santiago pactó y el PCE fue legalizado y pudimos dejar de tener miedo 24 horas al día.
Que Jordi Évole se haya atrevido, con todos los riesgos que ya sabía que había, con un tema semejante, sé que obedece a un objetivo mayor: conocer la verdad, saber quiénes más estaban en el ajo, porque está claro que los "autores intelectuales" (¡toma frasecita chusca!) no eran los que fueron enjuiciados y en ese sentido sí fue un guión escrito y dirigido, no por Évole y Garci, si no por otros que aun no se conocen. Este es el quiz de la cuestión.
No me enfadé y no me ha restado ni un ápice de credibilidad en Jordi Évole, comprometido con lo que hace como servicio a la sociedad.
Espero el programa del domingo próximo con la entrevista al Pedro J. Vamos a ver cuántas trolas nos quiere colar y si Jordi le deja….
Besos
(perdón por la extensión)
Como yo no fui sorprendido, porque lo visioné a toro pasado, no sufrí engaño. Por ahí nada que reprochar. Al fin y al cabo es un trabajo periodístico más, aunque sea algo extraño.
ResponderEliminar¿Por dónde, entonces?
Porque lo vi demasiado burdo. Algo así como “entonces no os enterasteis y os tomaron por unos pardillos, y ahora seguís exactamente igual. Hace treinta y tres años jugaron con vosotros unos tipos que decían queremos y estar muy preocupados de vuestras personitas. Siguen vigilando, son El gran Hermano”.
¿Descubrir la verdad? No hace falta, está a la vista de todo el mundo: somos en efecto, unos pardillos. Menos mal que cuidan de nosotros. ¡Qué sería, si no!
[En la “trama ficticia”, los que participan no tuvieron nada que ver con aquello. Y los que sí, ni aparecen ni se les esperaba. ¡Onde andarán! Ni pienso buscarlos, ni quiero encontrarlos. Pero muy lejos no estuvieron entonces, y ahora tampoco.]
Besos
ResponderEliminarNo sé si te entiendo, Míguel. La verdad, sea la que sea en todos los casos, es mejor que cualquier otra alternativa; bueno, quizá se salve alguna circunstancia vital que requiere en un momento dado no saberlo todo, todo. Pero desde luego las personas que quieren saber por qué existió el 23-F y quiénes fueron sus muñidores, tienen todo el derecho. La verdad no es que seamos unos pardillos, ni antes ni ahora, si no gente que no estamos en esas guerras de poder, soterradas o no tanto, que de pronto irrumpen en nuestras vidas y nos amenazan. La que está teniendo lugar ahora mismo en el pp, con toda la mierda que cada día sabemos que han albergado en el pasado y que siguen acumulando en el presente, nos explotará otra vez en algún momento. Y mientras, los demás, unos más crédulos que otros, aquí andamos intentando que no nos salpique su mierda e intentando sobrevivir a su capacidad destructiva de la vida ajena mientras la suya de ellos es cada vez más holgada. ¡¡Y 13 tv aplaudiendo con las orejas –los obispos se lo deberían hacer mirar o que Francisco los fulmine de una santa vez- por dios!!!.
Jordi Évole no es el "Gran Hermano", más bien todo lo contrario. No nos trata como infantes indocumentados como hace el gobierno actual y toda la gentuza (insulto) que hay dentro de ese partido, si no todo lo contrario. Nos propone un ejercicio para que veamos hasta qué punto se puede manipular la verdad y, por tanto, que estemos alerta si no queremos que nos la cuelen. Y nos lo explica con todo lujo de detalles en cuanto acaba la función. Igualito que ayer el señor Mariano naniano, que dice el Buenafuente. ¡Cómo se puede ser tan hijoputa –insulto-! ¡Soltar semejantes mentiras como si no hubiera una realidad que le contradice de medio a medio!. ¿Nos explicará hoy que lo de ayer fue sólo un ensayo general de la función para el carnaval?. Pues eso. Ahí está la diferencia y ahí está la verdad: unos engañan sin piedad y a mansalva y otros intentan hacernos ver que eso pasa. Y pasa todos los días y hoy, en el Congreso de los Diputados, seguirá la sarta de mentiras.
Ya sé que tú lo sabes, pero quería decirlo.
Besos