Al salir del
tanatorio, en el que no hubo tal despedida, o de la que yo no me percaté y eso
que estuve junto al cristal durante los últimos veinticinco minutos, en el
primer semáforo en rojo constato que el coche fúnebre se ha puesto a mi popa. O
le cedo el paso o sigo, pensé al arrancar justo en el desvío hacia la autovía.
Y seguí.
Iba el primero, y me
vi llorando. Al llegar al cementerio hice un extraño y me perdí. Cuando me
recobré, estaba a la cola de la comitiva, pero llegué a tiempo. Una persona,
supongo que una religiosa, dirigió una plegaria al pie de la tumba. Respondimos
todos dócilmente. En la chupa que llevaba, y que no me había puesto desde el
invierno pasado, encontré en un bolso oculto una estampa de la virgen de
Guadalupe, la del año pasado. Antes de que se llevaran el féretro la coloqué
entre las piernas del crucifijo de la tapa. “Peregrina con nosotros hacia
el Padre”. Acabó tu peregrinación, estás en casa.
Extraño
comportamiento el mío esta mañana. No sé si hice lo que deseaba, o al final
deseé hacer lo que no pensaba. ¡En fin! Cayo, demasiado contradictorio para parecerme a ti, no cuando es
no, sí cuando tiene que ser sí. Espero llegar a ser más coherente.
Ahora voy a
pensar un poco en cómo hacer el funeral.
Y que importa la coherencia cuando lo que hacemos nos sale del corazón, fuiste allí sin darte cuenta ni de que ibas, parece por tu relato que "fuiste llevado".
ResponderEliminarQuizá a ti te parezca extraño ese comportamiento, a mi me parece Providencial ( sí, con mayúsculas), porque hay cosas que hacemos que no tienen ni preguntas ni respuestas, las hacemos porque nos abandonamos a la Providencia y cuando no tamizamos con la razón nuestros actos y aparentemente nos perdemos es cuando mas "encontrados "estamos.
No lo dudes Cayo ya está en Casa, esperándonos.
Seguro que el funeral será muy emotivo, como tus lágrimas, y con la paradoja de que sabiendo dónde está nos espera con Alegría.
Mas besos y abrazos.
Emoción contenida, silencio impresionante y lleno hasta el campanario.
ResponderEliminarTambién yo creo que Alguien conduce este autobús y sabe cómo atajar cuando interesa.
A veces consigo esa coherencia cerrando los ojos y apretando el acelerador.
Abrazo y beso