Irse sin decir adiós

 

En efecto, uno puede marcharse y no despedirse. No por eso vamos a reñirle, menos a echarle pestes. Tal vez quiso salir de escena sin avisar; tal vez, no pudo o no le dio ni tiempo.
Puede también que lo hiciera y nadie se diera cuenta. ¿Pasó inadvertido su gesto? A veces oímos sin escuchar y vemos sin advertir. Es frecuente; más, abunda.
Es que estoy mirando en la columna de la derecha del blog, y hay bastantes lugares que ya no consigo encontrar. Unas veces me dicen que hay un error, un número con ceros y adornado de varias ###. Otras veces responden diciendo “No sabemos muy bien qué nos has pedido, pero estamos seguros de que no lo encontramos…”. Y las más, “file not found”, que viene a ser lo mismo, sólo que en inglés universal.
Lo nuestro es pasar, como dice el poeta. Hacer camino ya es adjetivo calificativo, que no a todo ser se le reconoce.
Por cada autoridad que nos deja, ¿cuánta “masa anónima” pierde nuestro mundo?
Pero yo estoy convencido de que las notoriedades no marcan tanto nuestra historia como el paso a paso de las pobres gentes, que somos la inmensa mayoría.
Si al marcharnos no nos despedimos, es posible que se deba a que tampoco al irnos queremos molestar.

2 comentarios:

  1. Tienes razón. Yo soy de las que recojo los bártulos y cierro mi casa, la "virtual" y me voy a navegar por otros andurriales. Pero a los amigos siempre les digo en dónde estoy.

    ResponderEliminar
  2. No se trata de tener razón, es que me entra mucha desazón cuando veo que ya han desaparecido casi todos los bloguer@s con l@s que me inicié en este mundo cibernético. El primero fue un burgalés…, el segundo un madrileño…, el último, un sevillano.

    Algunas de estas personas eran especialmente ocurrentes y profundas.

    Tú sigues estando, aunque a veces te guste cambiar de posición. ¿Será para otear mejor el panorama?

    ResponderEliminar