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No conozco otra manera mejor de celebrar algo importante que dándome un paseo por el campo. Y ayer fue paseo más paseo. El primero, por las afueras de la ciudad. El segundo, por el monte. Aquel, porque sí. Éste, por Mandela.
Con las manos enfundadas en los guantes, la bufanda y el gorro dejando sólo los ojos para ver, y Gumi y Berto libres de collares y correas, fuimos al encuentro del Jefe que iba protegido por Mica, Trufa, Luna y Chispa. Juntos hicimos que cazábamos, pero sólo en las poses, porque tiros sólo escuchamos en la lejanía.
Cuando acabó la juerga campera siguió el disfrute praderil; y luego vino la hortícola; y terminamos, ya a las dos y con el sol en todo lo alto, de palique mano sobre mano.
Gumi y Berto me lo han agradecido tanto, que no puedo reproducir aquí, por vergüenza, sus muestras de cariño.
Ni siquiera tiré una foto, y eso que llevaba con qué. Cosas que me pasan con frecuencia, soy incapaz de inmortalizar los mejores momentos de mi vida. Sin embargo puedo tirar de hemeroteca tal que así:
Berto y Gumi
Mica
Chispa
Trufa panza arriba y Luna en ese montón

2 comentarios:

  1. El paseo debió de ser estupendo.
    La foto de Trufa de ternura infinita. Pobrecita todos/as chupando del bote.

    Un abrazo

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  2. Laura, es lo más parecido a la libertad; nos tenemos que valer de alguna "imagen", aunque al fin y al cabo no sea más que una "cosa" más de la naturaleza, el parir, el mamar, el morir… y también el "cazar".

    Va a resultar que todos llevamos sobre nuestra frente un número, que no borraremos nunca aunque lo tape, como lo hace ahora la nieve en mi patio, el barniz que tengamos más a mano.
    Yo también tengo un numerito asignado: me sirve de candado y contraseña en casi todos mis artilugios. De él dependo, soy esclavo.

    Besos

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