Casi se me pasa… pero no

 

Hace ya… VEINTICUATRO AÑOS que mataron con muerte alevosa a unas bellísimas personas por ser consecuentes con su fe y con su compromiso con el pueblo hasta el final.
Como dice el autor bíblico, “que se me pegue la lengua al paladar si me olvido de ti, que se me paralice la mano derecha” (Salmo 135). Tengo bien vivos en la memoria vuestros nombres: Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Celina y Elba, Amando y Juan Ramón, Joaquín y Segundo. Ahora estoy seguro de que están grabados en las palmas de las manos del Buen Padre (Is 49, 16).
Fuisteis mucho más que meros escuchas de la Palabra. «Os perseguirán por mi nombre, y los que os maten creerán que dan culto a Dios» (Jn 15, 26ss.). Asumisteis que «hasta vuestros padres y parientes y hermanos y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre» (Lc 21, 18).
Porque estabais convencidos de que «ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas» (Lc 21, 19).
Hicisteis bueno lo que dice Pablo: «El que no trabaja, que no coma» (1 Tes 3, 7-12). Con sangre, sudor y lágrimas ganasteis vuestro sustento. Ahora estáis delante de todos nosotros y lo más importante, delante del Cordero, con vuestras túnicas blancas y palmas en vuestras manos, porque ya pasasteis la gran tribulación. (Cfr. Ap 7)
Tiempos difíciles, inciertos, que aún continúan, y que ojala terminen, porque aunque haya luz, “aún es de noche”.

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