Tengo sentimientos
contradictorios respecto de lo del espionaje a que el imperio usa somete al
mundo mundial. Y, porque sospecho que también otros reinos más pequeños también
lo realizan, yo, en mi pequeñez y nula importancia, supongo que también soy observado
en lo que hago o dejo de hacer, en lo que pienso y hasta en lo que sueño.
Por eso me cuido muy
mucho de entrar por dirección prohibida para acceder a mi casa, que está a la
mano y apenas son cincuenta metros, y doy la vuelta entera al barrio, dando giros imposibles
a izquierda y recorriendo casi quinientos, sólo para no dar que decir “mira el
cura, hace lo que le da la gana”.
Igualmente soporto
que ocupen la zona de reserva junto a la fachada de la parroquia, y me cuido
muy mucho de invadir donde las señales dicen “nones”.
Sin embargo, aunque
procuro ser claro y transparente, alguna cosilla tendré oculta, incluso
inconsciente, de la que me avergonzaría si supiera que otros la conocen.
Vigilarse, espiarse,
atisbar tras los visillos, curiosear… nada nuevo bajo el sol. Pero molesta,
vaya si molesta. Mecachis.
Míguel con la que está cayendo lo que menos me preocupa en este momento es el espionaje.
ResponderEliminarQué vea el resto del mundo como se hacen colas en las oficinas del paro, o en los comedores comunitarios, o...
¿Y qué va a hacer el tontolaba de Rajoy?¿ pedir explicaciones a la Casablanca? ¡ venga hombre! que no vengan con bobadas. Somos el culo del mundo y pretenden ¿qué...
En lo personal pues mira, pasen y vean y si quieren remangarse en las tareas que hay que hacer en esta casa ¡ pues ánimo!, les dejo con gusto, mientras tanto yo haré encaje de bolillos.
Besos