El perro que me cuida


Gumi a las 00:48 horas del 12/10/13

Tras Moli y Sola, es Gumi quien ahora me acompaña por las noches. Me concebí como solterón de por vida, y así he vivido durante muchos años. Pero desde que Moli decidió invadir mi casa, hube de cambiar.
Con ella conviví casi doce años, y me acostumbré a no tener intimidad. En el sentido de que ya no podía hacer lo me apeteciera sin tener que contar con nadie. Salir, entrar, ir, venir, estar ausente, ya no pudo ser. Me voy corriendo que tengo que sacar a Moli. O, no puedo ir ahora, están tirando cohetes y Moli se vuelve loca. A ese lugar no voy, no dejan que entren animales. En fin, esas cosas que suelen suceder.
Sola fue mi compañera unos meses, los suficientes. No la busqué, ella me encontró. Y no me dejó de su mano ni un solo segundo. Siempre supo dónde estaba, y me esperaba, bien a la puerta de casa, bien en la calle junto a la verja. Me seguía como un perrillo o se tumbaba a mis pies, y tuve la sensación de que aunque parecía dormir, de día o de noche, vigiló mi persona constante y permanentemente.
Ahora es Gumi quien ha decidido pasar aquí las noches. No duerme como Moli en el sofá. Ni como Sola al pie de mi cama. Ocupa el sillón, junto a la ventana. Y no está pendiente de mí, como lo estuvieron Moli y Sola. Sólo por la mañana, justo cuando estoy terminando de desayunar, se me acerca espurriéndose, y se frota contra mis piernas, esperando que le abra la puerta para echarse unas carreras por el jardín.
Es curioso, pero a ninguno de los tres me tocó elegirlos. Sólo aceptarlos. Llegaron sin más. Tal vez alguien decidió por mí.
Esto me hace pensar, ahora que justo al irme a la cama, e igual que hacía con Moli y con Sola, me acerco a Gumi para hacerle una carantoña. ¡Cuántas cosas, –personas, animales, situaciones…– me han sobrevenido sin yo buscarlas ni escogerlas! Tal parece que han ido llegando por sí mismas, o que una mano misteriosa las ha puesto en mi camino de manera que me tocara sólo decir ¡bueno, vale!
Va a resultar que carezco de iniciativa.
No es esto lo que dice Eloy Roy en su blog, con el título de Perro pastor. Que no sé por qué lo saco aquí a relucir; aunque trate también de animales, él seguro que está pensado en otra cosa. Sabe mucho, ha vivido mucho y ahora dice todo lo vivido y sabido como si no tuviera importancia. Ha sido leerlo y me ha dado el gusanillo de escribir.

2 comentarios:

  1. Así son ellos, los perros, te aceptan sin más, te cuidan, lo he visto en casa de Laura, ya lo contará ella. Siempre les digo que a esos perritos -cuando eran dos, ahora sólo queda Tor- sólo les faltaba hablar pero, pensándolo bien, ni eso necesitan, se les entiende todo y ellos hacen lo propio, se dan cuenta de todo lo necesario y lo esencial.

    Vaya ejemplo para nosotros los humanos, los racionales y evolucionados ...

    (tal y como está Gumi en la foto, se pone Tor en el sofá, ¿será una necesidad biológica?).

    Besos

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  2. Miralo " pataspariba" duerme como un bendito, Thor hace lo mismo, solo que ocupa el sillón grande y se va estirando poco apoco hasta que ocupa todo el espacio, también pone los ojos en blanco.
    Aparentan dormir pero al menor ruido, las orejas se mueven y ya están alertos a lo que suceda.

    Si que nos cuidan Míguel, nos dan mimos y cariñitos.
    Los nuestros algunos han sido adoptados, otros han sido regalos, y mas de un estropicio ya han hecho, ¡ los muy perillanes!.

    Ahora con los dos cachorros- Lola y Bobby -vamos de culo.
    Pero qué casualidad, hay que ver lo que nos enseñan los animalicos, no es que carezcas de iniciativa, no amigo, es que cuando aceptas todo va "al suave" y cuando nos resistimos- yo la primera-, cuando queremos controlar ...pues eso, metemos la pata y todo se nos escapa de las manos.

    Qué bien dices cuando dices ¡bueno , vale!

    Besos

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