Fue discreta desde
que llegó. Y desde aquel mismo momento me adoptó con todas las consecuencias y
absolutamente. Tan claramente lo hizo que para todo el personal ella era la
perra de miguelángel.
Se fue sin una
queja. Una sola mirada y sin palabras, me dio a entender que aquel era su último
paseo y que no le importaba hacerlo en tierra extraña.
Me despidió y
desapareció.
Tardé mucho en
encontrarla, luego de haberla buscado en aquella marisma tan transitada por
bañistas, caminantes y ciclodeportistas. No faltó la ayuda inestimable de la
guardia civil y la policía local; también la reclamamos a través de la emisora
de radio del lugar.
Entre los matorrales
de una playa almeriense se durmió agotada por su mucha edad, tras una vida
relativamente dulce.
Apareció de pronto, y
desapareció suavemente.
Si no emigras y sigues ahí, disfruta de esos amaneceres, en los que el sol se asoma al día apareciendo sobre la Sierra del Cabo de Gata.
Míguel, qué disgusto. Acabo de abrir tu blog al configurar mi "nuevo ordenador" (es el de mi hija que se va hoy a Dublín de nuevo) y me he encontrado con la triste noticia. Te imagino compungido . Ya te escribiré con más tiempo.
ResponderEliminarBesos
Hola Miguel Angel, pasaba a saludarte después del verano y me has dejado triste, como supongo lo estarás tú..
ResponderEliminarYo ahora mismo tengo cuatro, y seis enterrados en el jardín.
¡Sé lo que se siente!.
Un cariñoso abrazo.
Rosi
No, Julia, no me imagines compungido. Sabía que era muy vieja y que podía morirse no tardando. Vino para disfrutar de un final digno, y lo tuvo, pero a mí me pareció que podía haber sido algo más largo.
ResponderEliminarBesos
Hola, Rosi. Tampoco tú estés triste, porque yo no lo estoy. Quien tiene perro sabe que lo normal es sobrevivirle. He disfrutado de ella, y ella también lo ha hecho. Con eso es suficiente.
Un abrazo
Hola otra vez Míguel, ya sé que es lo normal, que era viejita pero, como tú dices, podría haber sido un poquito más largo. Ya sabes que a mi me tenía embelesada esa cara de nobleza y quietud; mi hija me dijo ayer antes de irse, cuando le conté el hecho, que el lugar debió de parecerle bonito y adecuado y que por qué no allí aunque estuviera lejos de casa, de manera que nos conformamos porque ella eligió el lugar cuando le llegó su hora.
ResponderEliminarBesos, Míguel
Me alegro entonces por ambos... ojalá Coco y Elsa, con sus 15 y 14 años, se vayan así. Un abrazo.
ResponderEliminarJulia, supongo que habrá sido así, aunque puedo asegurarte que Sola era apátrida, no tenía casa. Por eso si yo estaba fuera, ella me esperaba a la puerta o en la calle. Sólo entraba cuando yo también lo hacía. La encontramos siendo una sintecho y habrá querido morir bajo el sol y el cielo azul del Mediterráneo.
ResponderEliminarDe todas las maneras, en realidad hizo lo que pudo. Durante el último paseo, casi sin fuerzas se levantaba de nuevo para iniciar un pequeño trote y acompañarme. Luego sin más, se dejó caer y me dijo que me fuera. Eso creo, al menos.
Una de las fotos es del lugar donde la dejé y cuando volví estaba vacío.
Carmen, Coco y Elsa pueden vivir aún mucho tiempo. Tuve un primer Gumi que vivió casi veinte años. Sólo al final envejeció rápidamente. Me dio muchas alegrías aquel perrillo ratonero. Espero que a ti también te las den durante muchos, muchos años.
Lo siento Miguel Angel.
ResponderEliminarA mi me afecta enormemente este final "perruno" .
Son tan entrañables para mi estos animalitos, que me crean, (si ya lo se que es exagerado), una sensación de tristeza interna cada vez que hay una despedida. El cabo de Gata es un destino previsto en nuestros planes, así que cuando alli vaya, lanzare mi grito de recuerdo a Solita.
Besos
Anna, si paseas a la orilla del mar, entre Aguadulce y Roquetas, en una zona de playa sin urbanizar, frente al arrecife de posidonia, estarás en los territorios de Sola, que se ha quedado allí, mirando hacia donde sale el sol por encima de la Sierra del Cabo de Gata.
ResponderEliminarEn ese parque natural no cabe tristeza alguna. Te lo digo de corazón.
Besos