Me invadieron el
jardín los pulgones y casi se han cargado los laureles; al cedro lo mancharon
pringosamente y tuve que retirar los bancos de la sombra, donde tan bien se
estaba sentado durante las horas de calor más agobiante.
Me dicen que los
tomates por aquí este año no funcionan. El membrillo sólo tiene uno, no sé qué
cantidad de dulce haré en el otoño. Y en el colmo de las desdichas, el jazmín
de la derecha del atrio del templo parroquial se está secando.
Lo dicho, no quiero
hablar ni de religión ni de política.
Pero las chicas de
waterpolo han ganado el oro.
¿Para qué hacer
balance?
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