¡Marta, Marta!



Cristo con Marta y María, Louis de Silvestre (1675-1760)
Mientras me fumo el primer pitillín, –y digo bien: pitillín, del día–, pienso en la de cosas que tengo programadas para hacer hoy; y me pregunto si, como es mi costumbre, al final de esta jornada seguirán en programa porque otras se han colado de rondón.
Y en esas estoy cuando compruebo que es San Marta. La hacendosa, la que trajinaba entre cacharros, la que se preocupaba porque todo estuviera listo, la que le faltaban manos y requería las de su hermana, Santa María, para completar las labores a su tiempo.
Y pienso a esta hora primera si…
Interrumpido mi estado de pensamiento, lo retomo muy entrada la tarde y compruebo que, si no todo el personal ha estado en el tajo, al menos suficiente número de gente ha cumplido su tarea y por ahora todo funciona.
Dejemos a quienes tienen que pensar, buscar, encontrar, reflexionar e hilvanar ideas y programas lo hagan en paz y sosiego, y elaboren, propongan y dispongan buenos proyectos, sustanciosas empresas y mejores expectativas de futuro.
Para más información leer el evangelio de San Lucas:
En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada». (10, 38-42)
También es interesante esto otro, aunque resulte un pelín más largo. Es la obra de Armando Palacio Valdés, “Marta y María”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario