A ritmo




Empecé por Los tiempos están cambiando, continué con El último vals y finalicé oyendo/tarareando La respuesta está en el viento. Sí, Bob Dylan me acompañó durante toda la mañana. Así limpié paredes y techo, oculté rayas y desconchones, di una mano a toda mi cocina… Está hecha “un cristo”, pero tendrá solución. Será a la tarde, porque ahora tengo hambre.
Tras la siesta todo coser y cantar, digo mejor, pintar y escuchar música. Pero el ritmo fue muy otro. Tocó a los Beatles y no paré hasta que Obladi, Obladá se encasquilló y en un bucle inocente me ayudó a parar… Es lo que tiene almacenar en iTunes versiones diferentes de canciones. Ahora a limpiar, primero las herramientas, después el resto de mi ajuar.
Cuando acabó el despacho de los viernes, me acerco a comentar con Toñi su excursión al Pirineo. ¿No reconociste el último ibón? ¿A que no? Balbuceé una explicación, pero ni me dejó terminarla. Es el ibón del Toro. ¿¡El ibón del Toro!? exclamé incrédulo. ¿De Remuñe hasta allá? ¡Imposible! Pues sí. Y claro con la explicación que dio, pudo ser. Es que ahora te suben en autobús desde Senarta hasta Besurta. De todas las maneras con el hielo que tenía era imposible identificarlo. (No digo que me rompió el ritmo que llevaba de todo el día, pero casi).
Luego en la piscina, a ritmo mantenido, perdí la noción del tiempo y me relajé hasta casi dormirme. Treinta y siete minutos no pensando, no deseando, no maquinando, sólo dejándome llevar…
Ahora es Gumi el que vocea en el silencio de la calle. Como no sea a la luna que está creciendo; porque ni perros ni gatos en lontananza.
Sola respira dulcemente en el alfeizar de la puerta, con la cabeza fuera y el cuerpo en el pasillo. Si no la llamo, se pasa así toda la noche. Hace una temperatura estupenda.
Ha sido un día con mucho ritmo. Y ¡qué ritmo! Lo malo será mañana. Tras despertarme tendré que buscar la ropa en la cocina, los cacharros en el despacho y las botas en el cuarto de baño. Luego, si no me da tiempo para poner un cierto orden, habré de buscar el material para preparar la liturgia del domingo que estará… pongamos que en alguna caja de las que llevé al salón parroquial. A todo esto la impresora aparecerá cuando descongestione un poco mi despacho, y espero que tenga papel. Y si tengo suerte, el frigorífico no habrá cambiado de lugar y podré comer. ¡Uf! ¡Qué alivio!
Lo que tengo claro dónde encontrarlo es el macuto para ir a la piscina.

2 comentarios:

  1. Ja, ja,ja,ja, cómo me suena el desorden ese del que hablas. Yo me he pasado el día de ayer y el de hoy limpiando la cocina, ventana, muebles... y todos los enseres siguen entre el salón y el cuarto donde escribo estas líneas, los tengo invadidos de cajas en las que fui depositando lo que salía de la cocina y el tendedero para dejarla sin nada para la reforma que ¡ya se acabó!. Ahora, tiempo de descuento, limpieza - me duelen las manos, sobre todo la derecha de tanto meneo- y mañana, d.m., colocación de todo lo que pueda ser colocado porque aun faltan las encimeras y el lavaplatos, indispensable este último para dar un agua a toda la vajilla para colocarla limpia y reluciente. Pero eso será el martes y mientras tanto, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, buscar acomodo en los nuevos cajones para los "chiminiques" (te acordabas de la palabreja ¿eh?) que antes estaban en el tendedero y que ahora está incorporado a la cocina. Bueno una historia, vaya, que estoy como tú, liada como la pata de un romano con todos estos quehaceres.

    Que nos sea leve.

    Yo voy sin música ni ná, a pelo, en silencio, yo misma conmigo misma. Cosas...

    Besos

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  2. También yo tengo el brazo derecho magullado de darle al rodillo y del fregoteo. Supongo que en agosto volverá a su ser. Sin embargo la cabeza la tengo tranquila, mientras trabajo canto, no pienso. Prueba tú, y verás que ligerita haces las cosas.

    Besos

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