La última vez que
escacharré el microondas fue por culpa de un huevo. Acababa de estrenar el
aparato que me habían regalado por sorpresa y, lejos de leer la instrucciones,
como suelo hacer cuando utilizo por primera vez lo que concienzudamente
investigo antes de adquirirlo, me precipité metiendo dentro un huevo para ver
qué sucedía y si podría cenar aquella noche huevo cocido, huevo pasado por
agua, o huevo estrellado.
Me estrellé. Pegó la
cosa un zambombazo, saltó la puerta sobre sus batientes y rompiese el cierre.
Creo que fueron mil quinientas pesetas la avería. Caro huevo me salió.
Desde entonces ya no
lo he vuelto a intentar. Hasta esta tarde. Un plato, un chorrín de aceite, un
huevo, microondas al 30% y minuto y medio han dado como consecuencia esto, que
no sé bien qué es, pero que me lo he cenado pringado con pan y me he chupado
los dedos.
Mañana tal vez repita
o haga otro experimento. Total por probar…
No cabe duda de que
freír un huevo con aceite de oliva, por supuesto, es un placer sólo semejante a
comérselo recién hecho. El olorcillo del aceite al calentarse, el aspecto del
huevo al caer en la sartén, el chisporroteo inconfundible, la puntillita que se forma alrededor de la yema, y
esa especie de sábana blanca que medio la cubre, ya es disfrutar por anticipado
del festín que suele seguir a continuación. No comérselo allí mismo ya es
renuncia. Sacrificio insoportable es que se lo coma otro, salvo que sea de la
propia carne. Sin embargo hay otra salvedad al repective: que salte y te
salpique. Esa quemadura duele…
Muchas he tenido a lo
largo de mi vida cocineril y freidora de huevos. Todas, –en la cara, en el
pecho, en los brazos– las doy en estos momentos por bien vividas. La última,
sin embargo, que narré aquí y de la cual me enteré tarde y mal, me decidieron a
buscar otra manera de hacerlo, más, digamos, con los tiempos.
Creo que la he
encontrado. ¡Felicíteseme, por favor!
Ahora viene la
moraleja. No, no se trata de aquella que dice “quien se come un huevo sin sal,
se come a su padre si se lo dan”, que es por vieja conocida. Sino de esta otra:
“Una segunda oportunidad no significa nada si no se aprende nada de la
primera.” No sé de quién es, pero sí de dónde la he tomado, de aquí:
http://misfrasesparaelrecuerdo.blogspot.com.es/
Sea como fuere, el huevo tiene una pinta estupenda. Eso sí, deja de hacer experimentos con el microondas, Míguel, que ese aparato a mi me da mucho yuyu, sólo lo uso para calentar, cocinar sólo cocino en la vitrocerámica (porque el gas me tenía hasta la coronilla).
ResponderEliminarBesos
Miguel Angel, a ese cuadro le falta un trozo de chorizo, y que aproveche.Un saludo
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