Hombre refranero,
medido y certero,
Hombre refranero,
preciso y certero.
Hombre refranero,
hombre majadero.
Hombre refranero,
hombre puñetero.
Hombre refranero,
hombre de poco dinero.
Hombre refranero,
tonto y majadero.
Hombre refranero,
maricón y pilonero.
Supongo que es por la
rima, porque en mi vida me he encontrado con muchas más personas de sexo no
masculino refraneando; sin embargo los varones parece que nos llevamos todo el
protagonismo a la hora de acertar o desacertar con la redondez o exactitud
versificadora.
Es pues el caso que
este año se está cumpliendo en demasía lo de no quitarse el sayo antes de
tiempo. Y esto lo diga Agamenón o su porquero, Clitemnestra o su costurera, Ifigenia en Áulide
o Santa Efigenia de Etiopía.
Ayer se abría
oficialmente el acceso al césped en la piscina de Parquesol, pero todo el
personal estaba dentro, tomando el sol a través del amplio ventanal orientado a
poniente.
Lo supongo, porque
ver, lo que se dice ver, no me lo permitía el sol según atardecía. Es mi sino
de todos los domingos; he de ir a nadar justo a esa hora, porque cierran a las
ocho las dos únicas piscinas que funcionan por la tarde, y la de La Victoria
está demasiado a trasmano. Cuando cierren, por descanso programado, la de
Parquesol, tendré que ir a la otra, qué remedio; pero no mola absolutamente
nada, es un simple charco de ranas con su apenas uno veinte de profundidad.
Junio se está
tardando.
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