Hoy me sale del
cuerpo empezar así, con ese encabezado. Pero no voy a articular palabra, ni
poca ni mucha. Sólo la justa.
El año pasado me
entregaron unos bulbos con la conminación de que los enterrara. Y lo hice. Nada
más. Ni un riego, ni una mirada a ese apartado rincón del jardín parroquial.
Ahora está así, en foto nocturna del momento.
El jesuita indio Anthony
de Mello escribió este relato:
LA
SANTIDAD EN EL INSTANTE PRESENTE*
Le
preguntaron en cierta ocasión a Buda: «¿Quién es un hombre santo?» Y Buda
respondió: «Cada hora se divide en cierto número de segundos, y cada segundo en
cierto número de fracciones. El santo es en realidad el que es capaz de estar
totalmente presente en cada fracción de segundo».
El
guerrero japonés fue apresado por sus enemigos y encerrado en un calabozo.
Aquella noche no podía conciliar el sueño, porque estaba convencido de que a la
mañana siguiente habrían de torturarle cruelmente.
Entonces
recordó las palabras de su Maestro Zen: «El mañana no es real. La única
realidad es el presente».
De
modo que volvió al presente… y se quedó dormido.
El
hombre en el que el futuro ha perdido su influencia se parece a los pájaros del
cielo y a los lirios del campo. Fuera preocupaciones por el mañana. Vivir
totalmente en el presente: He ahí al hombre santo.
Ya me gustaría a mí
ser así.
* El canto del pájaro. El pozo de Siquem, pp.
36-37. Sal Terrae 1982
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