Unas gotas de frescura



Tal día como hoy, hace catorce años, inauguramos el templo parroquial que actualmente disfrutamos. Ocupa el puesto de número de orden… ya he perdido la cuenta.
A ver si consigo hacer memoria…
Empezamos en la escuelita de La Cañada. Que lo alternamos con las primeras comuniones en "el corralón" o con las eucaristías en pleno campo, cuando nuestras marchas al pinar o en los campamentos.
Luego nos vinimos a Las Villas y la primera fue en el patio, porque no cabíamos.
Adecentamos lo que ahora es hogar, y lo convertimos en capilla durante tres años.
Finalmente, tras ímprobos trabajos, terminamos de reparar el edificio del fondo y lo erigimos como definitivo lugar de nuestras celebraciones. Ahí aguantamos dieciséis años más.
Y recientemente, o sea, hace casi nada, nos pasamos de acera, salimos de la granja y nos metimos en la nave industrial. Y ahí seguimos.
Pero aquí no van fotos de edificios. Porque el ladrillo al fin y a la postre sólo es eso. Y cuando lo importante está en otra cosa, con tal de que podamos caber, nos da lo mismo sea ladrillo, sea adobe o sea simple campo.
¿En qué, diréis? En esto precisamente, en sentirnos frescos, vivos y refrescantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario