Los he tenido de
auténtico campeonato. Los olvidos, quiero decir. Como aquella vez que hice
esperar a toda la comitiva engalanada para la boda porque me dormí en la siesta
y no supe cómo despertarme a tiempo. O cuando ni siquiera aparecí, y aguantaron
esperándome hasta que se cansaron; aquella celebración hubo que posponerla. Se
trataba de un bautizo.
Despistes he tenido
para dar y contar. Pero, ¡hombre de dios! apunta las cosas. Y ¿qué adelanto con
apuntarlas, si luego no miro los papeles?
Ahora suelo decir que
me refresquen la memoria avisándome un poco antes de los acontecimientos. Pero
siempre hay quien piensa que lo suyo, lo que sea, es único y es imposible de
olvidar. Y servidor en eso no hace distingos…
Ayer tarde me
disgusté muy seriamente conmigo mismo. Olvidé el aniversario de Ramón. Lo
habíamos hablado Tere y yo el domingo pasado; el sábado era buen día porque
podía juntarse casi toda la familia. Bien, pues el sábado.
El sábado estuve
dándole vueltas durante todo el día a la celebración de hoy, que concluye la
catequesis. Y como las fechas han venido este año algo desajustadas, terminamos
un poco más tarde y ya la gente ha entrado en desbandada. Estaremos los que
estemos, pero hay que hacer lo que hay que hacer. Y tantas vueltas lo di, que
Ramón se me pasó. Ahora eso sí, lo de mañana está atado y bien atado.
Resulta pues que
llegó la parte que se llama “memento de difuntos”, que es cuando se dice en voz
alta el nombre de la persona o personas que se quieren recordar, y pasé de corrido
a otra cosa mariposa. Fue terminar la plegaria y darme cuenta de la omisión.
¿Olvidarme de Ramón?
Eso no se lo cree nadie. No puede ser y además es imposible. Desde hace tres
años duermo envuelto en las sábanas que me regaló Tere por encargo suyo. Cada
vez que miro la hora en el reloj de pared veo el belén de madera de radal* que
me trajeron ambos de su viaje argentino. Y, por si hiciera falta un tercer
motivo, es la única persona que me esperó para morirse.
Sí, soy muy fallón;
de siempre, no por decrepitud. Despistes, lo llamaba mi madre; porque ella bien
sabía que cuando meto en mi cabeza más de una cosa, a partir de la segunda
todas pueden darse por amortizadas.
Terminé la ceremonia
con Ramón en la boca. Otros días sólo lo tengo en el corazón.
Suerte tiene
Ramón de haber creído y confiado en la Vida. Nunca caerá en el olvido. «Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuado».
(Isaías 49, 15-16).
* El radal, raral o nogal silvestre, (Lomatia hirsuta), es una especie botánica de árbol siempreverde de la familia de las Proteaceae. Crece en los bosques templados de Chile, y de Argentina, entre los 35° y
los 44º de latitud Sur. En Chile crece desde la IVª a la Xª región.
A ver, Míguel, no te discutiré que los despistes los tengas, esa parte de ti no la recuerdo pero si tú dices que los tienes, es que los tienes. En otros tiempos, no te discuto tampoco que apuntarlo en una agenda que después no miras sea una tontá, no vale. Pero ahora, en estos tiempos en los que hay móviles que tienen agenda y te avisan a la hora que tú les marques con musiquita y todo y, por supuesto, está este aparato por el que nos comunicamos que usas a diario e incluso varias veces.. ¡¡para qué tiene un calendario, agenda o lo que el gestor de tu correo tenga, utilízalo!! (consejos vendo... pero esta vez para mí sí tengo). Anótalo ahí, así, cada vez que abras el correo tendrás un recordatorio previo a través de email que tú mismo decides. Ahora ya no hay excusas que valgan para esos fallos de memoria. La solución la tienes muy fácil y a ti este chisme se te da muy requetebién. Ale, manos a la obra y a introducir fechas con recordatorio en el calendario de tu correo. Me ha salido la secretaria organizadora que llevo dentro, qué quieres que te diga, han sido muchos años de ejercer, acéptamelo como concesión a esta vieja amiga.
ResponderEliminarBesos, despistao
Si yo te acepto encantado el consejo, vaya que sí. Lo que pasa es que necesito que alguien, o algo, me lo avise en el momento mismo, no un “tiempito antes”; ahí es donde está mi fallo. Me puedo pasar todo el santo día con algo en la cabeza para hacer, pero llega el instante de hacerlo y… –algo falla en mí que otra cosa se cruzó por el camino– …y lo pasé por alto. No tengo remedio, una “remedios” que me chive tienes que hacer, tienes que decir…
ResponderEliminarGracias de todos modos. Y muchos besos.
Ese es Miguel Angel y no cambies, cada uno es como es y nada mas.
ResponderEliminarGracias por tu comprensión. No te creas que a todo el mundo le parece bien. Quienes me conocen tienen en cuenta mis olvidos y me avisan a corto, a medio y a largo plazo.
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