Mala hierba


Estaba mi jardín invadido por la mala hierba. Sí, también había hierba. Siempre hay hierba; esa que nace sola y también desaparece ella sola. Pero cuando digo mala hierba, me estoy refiriendo a otra cosa. Tal que esto:


Se trata de una hierba que parece enredadera, muy mona ella cuando es sólo una plantita, que incluso hasta echa florecillas cuando toca. Se sube por el tronco de los rosales y se enreata en el romero; adorna los bajos del acebo y donde no hay nada plantado, ella solita luce hasta bonita.
Sin embargo, como otras muchas cosas en esta vida, no es lo que aparenta. Tiene el gusto de construir bajo tierra una suerte de redes que lo van invadiendo todo. Pasa por debajo de la tierra de un macizo al otro, cubre los paseos que menos se pisan e incluso brota entre las grietas de la roca. Cuando menos te lo esperas, no hay nada más, sólo ella.
Es inútil cortarla; quedan las raíces. Es bobada que tires y arranques lo que sea, siempre queda algo. Y vuelve a brotar. Y con qué fuerza.
No sé cómo se llama. Pero para mí que es pariente muy cercana de la grama. Que también hubo por aquí, y costó dios y ayuda exterminarla.
Ayer por la mañana, arremangados los faldones, he realizado una limpieza general azada en mano que me ha dejado baldado como un perro, con perdón de mis amigos. Pero a ella, a esa mala hierba, la he hecho desaparecer. Esta vez le va a costar mucho trabajo volver a ocupar esta parte de mi mundo.

¿Quién dijo que a la mala hierba hay que dejarla hasta el final? Pues se equivocó. Si ella queda, el resto desaparece. No; hay que ventilarla en cuanto se pueda; por ejemplo en primavera, antes de que el resto del jardín esté en pleno desarrollo. Aunque lo mejor es prevenir y hacer la limpieza en invierno.
También hay quien dice que no hay mala hierba, sino hierbas malas. Como queriendo decir que una hierba puede ser buena o mala según. Tengo vecinos que han puesto el césped de su adosado con grama. Claro, así casi no tienen ni que regar. Yo pondría simplemente una moqueta. Esa grama que ahora tanto les adorna, algún día se comerá hasta el cemento de sus cimientos. Al tiempo.
Pero también yo soy débil con ella, qué le voy a hacer. Tengo hechos unos floreros, para cuando ya no hay flores en nuestros jardines, hechos con flores silvestres secas. Los más espectaculares son los de avena loca. Un día un agricultor casi me pega. Y tiene razón. Recuerdo que a mi padre le daba miedo esa avena que, si entra en una tierra sembrada de trigo, se lo come de principio a fin. Es una auténtica plaga.
La mala hierba no merece cuartelillo. Si se lo das, te pierdes.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo, la mala yerba cuanto antes y más a fondo se extirpe mejor, en el sentido literal y en el figurado. Vamos a ver si la justicia (que no sólo las leyes, hechas a su imagen y semejanza para eludir la justicia) consigue tener el efecto del trabajo que tanto esfuerzo te ha costado esta mañana pero que tan buenos resultados augura. Gracias amigo por emplearte tan a fondo contra las yerbas que todo lo arrasan, en sentido literal y en el figurado.

    Besos

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  2. Soy paciente con la hierba que nace en este patio, y normalmente sólo la siego para que no moleste. Pero con la que nace en los macizos e intenta invadirlo todo, al menos una vez al año me empleo a fondo, y no dejo ni gota.
    Esto en sentido literal. En el figurado, qué más me gustaría que poder hacerlo; pero no está en mi mano.

    Besos

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