3 de octubre de 2012. Un hombre llora mientras mantiene el cuerpo de su hijo muerto durante un ataque del Ejército sirio cerca del hospital Dar El de Shifa en Aleppo, Siria. FOTO LPG/ AP |
No hace ni dos meses que colgué otra
foto semejante, en femenino, con la misma carga de dolor, de impotencia, de
actualidad horripilante, de abatimiento ante lo irremediable…
Esta ha salido en todos los diarios,
virtuales, impresos y televisivos. Pertenece a qué importa qué guerra. Una de
las tantas que alguien alimenta y multitudes humanas sufren y padecen.
Buscar un título para esta entrada me
parece casi una burla tras haber reeditado otra antigua que perdió la foto y ya
está recuperada. No, el cielo no sonríe esta vez, tampoco Dios. ¿Se puede decir
que Dios llora?
Quien llora es un hombre de carne y
hueso; el motivo es manifiesto.
Aunque resultare macabro, en lo más
profundo desearía que fuera un montaje de algún avispado para dar con la foto,
lograr notoriedad y ganarse algún premio y dinero. Se lo perdonaría si me
dijera que eso no ha ocurrido, que sólo es una pose.
Mucho me temo que es una foto robada.
Quién disparó a la máquina no tuvo permiso, ni siquiera aquiescencia tácita. Es
un hecho crudo y real. Actual. Cercano.
¡Malditos aquellos que por activa o
por pasiva están en el origen, desarrollo y remate de situaciones como ésta!
¡Ay de cuantos estamos endurecidos,
nos hemos insensibilizado y no movemos ni un dedo para evitarlas!
“No lloréis por mí, llorad por
vosotros…”
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