Hay cargos y cargas.
Y ser Papa es un cargo con mucha, muchísima carga. Personalmente me queda lejísimos,
vamos a años luz, como para atreverme siquiera a opinar sobre la decisión de
Benedicto XVI de renunciar y retirarse. Creo que todos los papas que he
conocido en mi vida, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I e incluso Juan
Pablo II, en algún momento han tenido pensamiento de marcharse, si eso hubiera
sido posible. Pero no lo era.
Ahora sí, está regulado expresamente en
el Derecho Canónico, canon 332.2 que dice: Si el Romano Pontífice renunciase
a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se
manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie. Ningún Papa en
toda la historia de la Iglesia ha tomado esa decisión. Los casos que se citan
no sirven porque sus circunstancias eran muy diferentes (San Ponciano s. III, San Silverio s. VI, San Martín
I s. VII, Juan XII-León VIII-Benedicto V s. IX, Benedicto IX-Silvestre
III-Gregorio VI s. XI, Celestino V en 1294, Gregorio XII s. XV y Pío VII s.
XIX). De modo que resulta normal que alguien se retire de alguna actividad,
cualquiera que sea, pero sumamente extraordinario que lo haga el Papa.
No me lo esperaba,
pero no me ha sorprendido. Lo que son las cosas. Como es de suponer, no
pertenezco al círculo de personas que han estado próximas a él, que tal vez le
hayan oído algún que otro comentario al respecto. No he sido receptor de ese
tipo de confidencias, ni de ningún otro. Sin embargo alguna señal en sus
escritos había captado.
Y me parece bien que
renuncie, y que lo avise ante quienes tenía que hacerlo, el colegio de
cardenales. Y que nadie lo supiera, porque es una decisión personal. Porque las
cosas son como son, aunque bien pudieran ser de otra manera. De momento, no
puede ser…
Y él acaba de dejar
abierta una puerta… más. Porque ha abierto varias, con gran coste personal.
Una ha dejado abierta
al lanzarse al ruedo, siendo Papa, como simple teólogo, con sus escritos
ofrecidos a la valoración de los propios lectores.
Otra al corregirse
tras el patinazo de Ratisbona y rectificar con diversos gestos hacia las
comunidades judía y musulmana.
Otra al meterse de
lleno contra la pederastia de los religiosos y clérigos, aunque hacia las
víctimas no haya sabido o podido hacer más.
Otra al investigar a
Maciel y a los Legionarios.
Hay más, pero estas
son en mi opinión suficientes. La historia destripará todas ellas.
A partir de ahora
¿qué obispo, arzobispo o cargo eclesial osará perpetuarse en el cargo? ¿Quién
se atreverá a decir que es la voluntad de Dios mantenerse en el ministerio que
sea, cuando este Papa afirma que “después de haber examinado ante Dios
reiteradamente mi conciencia… con plena libertad, declaro que renuncio al
ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro”?
Del Papa para abajo,
todos los que detentamos alguna tarea pastoral al llegar a los setenta y cinco
años debemos presentar la dimisión. En la mayoría de los casos, si la salud
acompaña, podemos ser renombrados hasta los ochenta. Por eso mismo no espero
que se haga ningún milagro con el nuevo Papa que salga del próximo Conclave.
Quizás en Pascua todo siga igual, quizás en Ramos del que viene nos veamos
sorprendidos… El Espíritu, la Ruah, el Aire de Jesús es capaz de mucho más de
lo que podamos imaginar. Y Abba es mucho Abba.
Pues si, una noticia extraordinaria.
ResponderEliminarA mi me parece que este gesto es una respuesta muy "humana" ante la NO capacidad física y mental, de llevar la dirección de semejante envergadura que es la Iglesia. Mas razonable que llegar hasta la decrepitud de otros anteriores en su función.
Esta mañana en las noticias he oído que habría la posibilidad de que se eligiera un nuevo Papa que fuera de color, se dice como posible Peter Turkson, de Ghana. Al parecer hay una profecía que hacer referencia a esto.
También se habla de posibles papables: de Marc Ouellet, canadiense, del italiano Angelo Scola y del argentino Leonardo Sandri .
Sea cual fuere que el "Espíritu Santo" ilumine las decisiones...¿o no?
Besos, Miguel Angel
Anna
A mí me ha parecido una decisión inteligente y muy humana. Muy noble, por otra parte, y un gran ejemplo. Espero que haya un sucesor digno. Compasión, mucha compasión, y mucho amor es lo que necesita este mundo ahora mismo.
ResponderEliminar¡Sí! Anna, si no estuviera el Espíritu todo sería mentira. Por eso, cuando se mira sólo lo “aparente” y no se logra intuir lo “invisible” se duda de que ahí esté, que se haya establecido en otra parte. Tú has estado en Roma y en el Vaticano, yo no pienso ir; no quiero caer en la tentación.
ResponderEliminarLo mejor, en mi opinión, es que salga aquel en quien ahora nadie piensa. ¡Buena gana de hacerse ilusiones!
Besos
Fuensanta, abrigas unos deseos que comparto. También yo espero que venga alguien capaz de ayudarnos a alcanzarlos.
Hasta el mismísimo Papa está hasta el solideo de la curia romana y los lobos, hienas y otras especies depredadoras que por allí pululan. Mucho Espíritu Santo será necesario para que esos 120 hombres, cada uno con su historia, ambiciones truncadas o por venir, elijan de verdad al mejor de entre ellos, al más apto, para poder dar respuesta en nombre de Dios a tanta miseria como hay en el mundo. Lo veremos. ¿Elegirán a un Papa o a un Jefe de Estado políticamente correcto con todo lo que ello conlleva y significa?. No tengo mucha confianza en que hagan lo correcto, elegir a un Papa que haga temblar los cimientos del Vaticano y regenere (palabra de moda) el legado en el que se basa.
ResponderEliminarBesos, amigo Míguel, y que Dios reparta suerte.