¿No hay mal que por bien no venga?


Hablan por ahí de cambio de época, y sus razones tienen. Dicen que este mundo tras un tiempo ya no va a ser reconocido, y será así. Qué suerte tienen quienes son capaces de mirar tan a lo ancho y lo profundo. Servidor sólo sabe echar el ojo aquí cerquita. Y lo que veo me disgusta, pero tiene un qué.
Ese qué es el cambio en personas que conozco… que empiezo a desconocerlas. El cambio está dándose.
Veo a A venir a coger macarrones, porque hoy tiene ese plan en la cocina. El que se jactaba de burlar a las alturas, porque era montador de grúas, y mirar con altivez y altanería a quienes sólo pisábamos por abajo, ahora no tiene vergüenza, ni la siente, en ceñirse el mandil y colocarse la cofia, porque él es ama de casa neonata.
A JC le veo y no le veo. ¿Cómo entenderlo haciendo las labores, acarreando nietos al cole, haciendo la cola del pescao y preguntando si el arroz se echa antes o después en la cazuela de encender el fuego en la cocina; él, que era el mejor y más rápido destajista de echar el hormigón y poner cimientos a diestro y siniestro? Pues ahí está.
De MC lo esperaba todo, menos que fuera el hombre de la casa, ella tan femenina y dependiente, tan poca cosa y sin estilo. Pues ver para creer.
¿Treinta tíos reunidos (y alguna tía, a la que pidieron amablemente que volviera a sus obligaciones) y ni un sólo chiste verde, ni siquiera picaruelo? Hablando de cómo lavar y planchar, de cómo está la cesta de la compra, de si esa noche se pasó en vela acunando al bebé de la nuera, para que esta descansara de tanto darle al escobón por las calles; al fin y al cabo consiguió durante un tiempo entrar en el servicio de limpieza y es la única que ingresa.
Y lo que más me sorprendió: “Pero coño, ¡esta vez no hay sopa, ni harina, ni fideos! Oye, míguel, ¿quién organiza estos envíos? ¡No tiene ni puta idea de lo que se come en nuestras casas! ¡Seguro que se lo dan todo hecho o come siempre en restaurantes de postín!”
Por pudor, y también para evitar disgustos, no tomé ni una sola foto del compacto y abigarrado grupo de hombretones, transformados por estas circunstancias de la vida en hacendados, preocupados y ocupados amos de casa.
Sí algo está empezando a moverse… Y no es para mal, precisamente.
Una última cosica. Que nadie se lleve a engaño; no han perdido ni un ápice de energía, aunque lleven si pisar la obra años y años. Los paquetes volaban como si fueran de papel, y el camión no lo metieron dentro porque tenía dueño y había que devolverlo.

2 comentarios:

  1. Hermano, leo y leo pero creo que mi ignorancia es patética...No sé qué me quisiste decir.

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  2. ¡Toma, y la mía! Tampoco yo comprendo nada. Esta crisis está haciendo verdaderos milagros en la gente que conozco. Si logramos salir de ella, algunas cosas nunca volverán a ser lo que fueron.

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