Veo a éste que
anda últimamente preocupado. Cuando me toca, casi no me toca. Cuando hago lo
que quiero, tampoco se enfada. Si me grita, en realidad me susurra. Sí, le veo
algo tocado del ala.
Es verdad que
ya no me alargo como antes, que es que me recorría el campo entero mientras
ellos daban sólo un paseito. Ahora tampoco me voy de picos pardos, y si salgo,
vuelvo al poco rato; sólo una vuelta hasta la esquina.
Tengo trece años
y medio, y me considera anciana. Estoy llena de canas, y me mira como si él no
las tuviera. Tengo bultos por arriba y por abajo, y piensa que un mal cáncer me
está comiendo las tetas. Y cada mañana, como no muestro prisas por salir, se me
acerca para ver si aún sigo estando viva.
Sí, le descubro
mirándome mientras reposo; como ahora, que aquí estoy, despierta viéndole darle
al ordenador. Y de vez en cuando se le escapa un suspiro…
¿Pensará que me
estoy muriendo? ¡Pues lo tiene claro!
Yo no le dejo
solo con esos dos machos que ahora le han endosado, por muy melosos que sean. ¡Si
empalagan!
Tan preocupado
está de mí que un día se trajo a Pedro, el cura de Simancas, cazador con perro
desde que le salió la dentición. Me miró por todas partes, y luego le soltó: “Ésta
te vive hasta los quince o dieciséis. Tienes perra para rato”.
Pero no se le
ha quitado la mosca de detrás de las orejas. Me duele verle tan preocupado,
pero no lo puedo remediar. Me pirro por su ternura.
Miguel Angel y a mi también me emociona esta ternura de ver a Moli tan viejita. El dolor que se siente por la ausencia de una mascota es grande, me consta y hay que estar preparado aunque muchos lo encuentren ridículo, los que nunca han tenido perro en casa, hay que convivir para saber hasta donde se llegan a querer.
ResponderEliminarNuestros perros Ruf y Puchi, están enterrados en un terreno amigo y tienen la sombra de un almendro. Siempre se les recuerda.
Se que cuidas de ella y en alguna ocasión con anterioridad ya has expresado este sentimiento de pena si llega el momento y se va, te entiendo perfectamente, amigo; mientras tanto sigue acompañándola.
Besos.
Él es el que va para viejecito. Qué sería de su vida si no le cuidara yo. No sólo le tiro de la cama; también le recuerdo que hay que comer, y salir a tomar el aire, y luego dormir.
ResponderEliminarY no sé si lo ha contado aquí, pero se orienta muy mal y muchas veces se ha perdido. Gracias a mis cuidados aún está de buen ver.
Guau, guau, guau.