Confieso que al
principio tuve un conato de cabreo. Llamarnos para recoger un lote de productos
de aseo y encontrarme con la tele me sonó a publicidad encubierta y gratuita,
bajo capa de gesto solidario.
Me explico:
Durante las fiestas de
la ciudad, la coordinadora de peñas optó al record guinness realizando un
determinado gesto que hasta ahora nunca se había logrado: catorce mil
novecientas noventa y dos personas sosteniendo balones de playa en el aire.
Pidieron ayuda para llevarlo a cabo, y una marca conocida de productos de
higiene personal se ofreció con la entrega de los balones. Y prometiendo en
caso de lograrlo un cargamento de cremas, jabones y similares.
Batido el record,
decidieron, supongo que peñistas y ayuntamiento a medias, repartir ese
cargamento entre determinados grupos y asociaciones.
Esta mañana estábamos
convocados en la sede de una ong –Amanece en África– para retirar la parte que nos
correspondía. Y lo que allí encontré fue, ya lo he dicho, una cámara de tv.
Pero fue llegando
gente, comenzaron a hablar, nos fuimos reconociendo quienes habíamos sido
convocados y empecé a entender que, por supuesto la muerte tenía un precio, pero cualquier obra,
buena-mala-regular, también lo tiene. Y que es justo que así sea. ¿Por qué no?
El precio por
participar fue de una botella de aceite de consumo culinario por persona, que
recibió Banco de Alimentos: quince mil. El premio ya lo he dicho, quince mil
artículos de perfumería.
Así que he vuelto con
el corsa cargado de productos NIVEA, obsequio de esa empresa, porque una ong,
las peñas vallisoletanas y servicios sociales municipales han creído que esta
parroquia merece –entre otros colectivos– la consideración suficiente para
confiarle su distribución.
Nadie ha tirado
cohetes, no se han colgado medallas, algunos han sudado porteando cajas y,
puedo decirlo porque estoy en ello, bastantes personas van a poder afeitarse
como dios manda, lavarse con algo más que agua clara y lubricarse la piel
protegiéndola del aire de la calle mientras trotan por ahí buscando en qué
trabajar.
No sólo de pan vive
el ser humano; hay otras cosillas que también son necesarias. Y huelen bien,
puedo asegurarlo. Mi corsa es prueba de ello.
Me alegro de que la Obra Social de la Parroquia se haya llevado tan magnifico lote de productos.
ResponderEliminarTe mando mis saludos y besos.